Un Sínodo para la «conversión» de los obispos

El mundo necesita hoy obispos santos, constata el «Documento de trabajo»

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CIUDAD DEL VATICANO, 28 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Como todo cristiano, también el obispo esta llamado a realizar un examen de conciencia y a convertirse. «Conversión» es de hecho una de la palabras más citadas en el Documento de trabajo («Instrumentum laboris») del Sínodo de los obispos que comienza este domingo.

En particular, según el deseo de Juan Pablo II, esta asamblea, en la que participan casi de 300 cardenales, obispos, y expertos procedentes de todo el mundo, debe desafiar a los obispos a ser los misioneros de inicios de milenio.

Este objetivo lo dejó claro el pontífice el pasado 9 de septiembre, en su encuentro dominical con los peregrinos. «La frase evangélica «Rema mar adentro» –explicó–, que he propuesto como lema para el inicio del nuevo milenio, se dirige ante todo a los obispos, sucesores de los apóstoles, y les llama a comprometerse con confianza en esta nueva estación misionera de la Iglesia».

De este modo, la asamblea que concluirá el 27 de octubre, culmina el proceso de renovación traído por el Concilio Vaticano II. Después de haber analizado los diferentes ministerios y estados de vida en la Iglesia en la última década (1987 laicos; 1990 formación sacerdotal; 1994 vida consagrada), este examen de conciencia mundial de la Iglesia católica culmina con la figura de los sucesores de los apóstoles.

Obispos santos
El cardenal belga Jean Pieter Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, reconoció el 1 de junio pasado al presentar a la prensa el «Documento de trabajo» que la asamblea plantea una pregunta fundamental: «¿Cómo es el obispo que necesitamos para la Iglesia del tercer milenio?».

Para ofrecer pistas de respuesta, la Secretaría del Sínodo de los Obispos distribuyó en 1998 a todas las conferencias episcopales, diócesis y congregaciones religiosas del mundo un documento base («Lineamenta»), acompañado por un cuestionario de preguntas. Ninguna sociedad de opinión del mundo hubiera podido lanzar un «sondeo» mundial de este alcance. Con las respuestas se ha elaborado el «Documento de trabajo».

La segunda pregunta, por ejemplo, decía así: «¿Qué imagen predomiante de la misión del obispo tiene la gente? ¿ La imagen que tiene la gente de la misión del obispo, coincide con la imagen que el mismo obispo tiene de ella?». La tercera inquiría: «¿Cómo reacciona le gente a las enseñanzas del obispo acerca de cuestiones de fe o de moral? ¿Se hacen distinciones entre las enseñanzas del obispo y las del Papa?».

La Secretaría del Sínodo ha recibido numerosas respuestas en las que se subrayaba que el camino espiritual del obispo es el punto más importante para esta asamblea. Ante la primera sorpresa, se añadió un nuevo capítulo al «Instrumento de trabajo» que lleva por título: «Misterio, ministerio y camino espiritual del obispo».

De hecho, reconoció ante la prensa el cardenal Schotte, «lo que la Iglesia necesita hoy son obispos santos».

Conversión
Otro de los capítulos de discusión, propuestos por el «Documento de trabajo» bajo el título «El obispo al servicio de su Iglesia» presenta respuestas concretas a la pregunta sobre cómo deberá ser el obispo del tercer milenio. Es el capítulo más largo (40 páginas) y el más complejo.

«Sólo la santidad es anuncio profético de la renovación que el obispo anticipa en la propia vida al acercarse a aquella meta hacia la cual conduce a sus fieles –responde el «Documento de trabajo» (n. 48)–. Sin embargo, en su camino espiritual, como todo cristiano él también, siendo consciente de las propias debilidades, de los propios desalientos y del propio pecado, experimenta la necesidad de la conversión».

Cinco capítulos
El «Documento de trabajo» se articula en 5 capítulos.

El capítulo I presenta una visión general de la situación del mundo de hoy, poniendo de relieve el ministerio de la esperanza. Comienza presentando la imagen del Corazón del Buen Pastor e ilustrando el tema de la esperanza cristiana para proponer la figura del Obispo como promotor de esperanza. Se delinea la situación de hoy: las sombras, los problemas religiosos y éticos ,las situaciones eclesiales emergentes, las señales de vitalidad y de esperanza, algunos signos de la presencia del Espíritu y la misión del Obispo en este contexto.

El capítulo II ilustra de manera unitaria el ser, el actuar y la espiritualidad del Obispo. Se propone como inspiración la imagen del pastor presentado por el Evangelio de Juan. El capítulo se divide en dos grandes partes, con temáticas específicas: misterio y gracia del episcopado y la santificación del propio ministerio. Se presenta ante todo la gracia del episcopado partiendo de la ordenación como don de la Trinidad; sigue luego la descripción de la santificación del Obispo partiendo del ministerio, e indicando su espiritualidad con algunas notas características (litúrgica, sacramental, mariana, de comunión).

El capítulo III describe el ministerio de comunión y misión del Obispo en la Iglesia universal. Se parte de la imagen de la vid y de los sarmientos para describir la comunión y la misión. Una vez más se pone el acento sobre el misterio trinitario que se manifiesta en la Iglesia y la eclesiología de
comunión. Así se ilustra también el ministerio del Obispo en la Iglesia universal y en las particulares. Se recuerdan después algunos aspectos de la comunión con el Sucesor de Pedro, con su misión, con la Santa Sede, y se alude al papel de las Conferencias episcopales y del Obispo al servicio de la Iglesia universal bajo diversos puntos de vista, y algunas temáticas particulares (obispos eméritos, formación de los obispos).

El capítulo IV, el más largo, está centrado en la figura del Obispo diocesano. Se ilustra el servicio episcopal partiendo de la imagen del lavado de los pies. La primera parte trata la teología de la Iglesia particular presidida por el Obispo. La segunda parte se ocupa de la concreta comunión y misión partiendo de la relación con los componentes de la Iglesia particular (presbíteros, diáconos, seminario, ministerios, vida consagrada, laicado, parroquias, movimientos eclesiales, familia). La tercera parte ilustra el triple ministerio del Obispo (anuncio, santificación, gobierno) en la Iglesia local, evidenciando algunos aspectos particulares.

El capítulo V parte de la imagen jubilar de Jesús y de la Iglesia: se habla del anuncio y del diálogo, de la cooperación misionera, del ecumenismo, del diálogo interreligioso, de sectas y satanismo. Otros temas propuestos son: el diálogo con personas de otras convicciones, la atención a las nuevas pobrezas, los problemas de la justicia y de la paz, el ministerio de la esperanza para el mundo, el diálogo con la sociedad. Un párrafo final reanuda el tema de la esperanza.

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ZENIT Staff

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