NUEVA YORK, 14 octubre 2001 (ZENIT.org–Avvenire).- El Premio Nobel de la Paz 2001, Kofi Annan, al responder el viernes pasado a preguntas de los periodistas poco después de que se hiciera público su reconocimiento, no olvidaba la tensión que predomina en el escenario internacional.
«Es justamente en los tiempos difíciles cuando hay que trabajar más intensamente para construir la paz. Por tanto, este premio es para nosotros un estímulo más que un reconocimiento».
En los pasillos del «Palacio de Cristal» de la ONU en Nueva York se escuchaba el eco de las noticias de guerra que provenían de Afganistán, mientras Annan, acompañado por su esposa sueca, responden a estas preguntas.
–George W. Bush ha anunciado que la ONU tendrá un papel central a la hora de garantizar la estabilidad futura de Afganistán. ¿Están preparados la reconstrucción del país?
–Kofi Annan: No podemos imponer a los afganos un gobierno que no quieren o no sienten suyo. Cualquier solución, por tanto, deberá pasar a través del diálogo y la colaboración con las diversas partes que componen la población. Trabajamos desde hace tiempo con los habitantes de Afganistán y seguiremos haciéndolo.
Los acontecimientos de las últimas semanas acelerarán probablemente el proceso y quizá, llegados a este punto, será la misma gente la que pedirá un cambio. Será necesario un periodo de transición, para acercar a todas las partes, y mucha asistencia internacional en el proceso de reconstrucción. En este momento la ONU no tiene los recursos materiales para reconstruir el país. Pero nuestra fuerza viene de los estados miembros y estoy seguro de que si consideran necesario un papel central de Naciones Unidas, nos podrán en condiciones de desempeñarlo.
–¿Se logrará mantener la coalición internacional contra el terrorismo hasta la victoria?
–Kofi Annan: Creo que sí. Es una coalición y, por tanto, los diversos países que la integran desarrollarán papeles diferentes, según su capacidad y disponibilidad. Habrá tensiones, pero el terrorismo es un problema común porque es un desafío a los gobiernos legítimos y puede ser vencido sólo por un frente unitario.
–Estados Unidos ha advertido al Consejo de Seguridad que se reserva el derecho de atacar a otros países y otros grupos. Usted mismo ha expresado su preocupación ante esta posibilidad.
–Kofi Annan: Es verdad, pero no hemos interpretado la declaración como una amenaza de golpear a diestra y siniestra, según el humor de quien guía la campaña militar. Estas son decisiones muy delicadas que hay que ponderar y aprobar con gran atención. Las operaciones militares, además, son sólo un aspecto de esta campaña contra el terrorismo y al final no serán el decisivo. Hacen falta iniciativas en el campo económico, político y de inteligencia que serán mucho más importantes.
–Bush se ha declarado favorable a la creación de un estado palestino. Hasta ahora la ONU ha sido muy prudente a la hora de dar su opinión sobre la solución de ese conflicto.
–Kofi Annan: No todo lo que se hace sale en la prensa porque a veces conviene que sea así. Nos estamos moviendo de varias maneras y comprenderán de qué hablo cuando llegue el momento justo.
–En los últimos años, la ONU ha tenido una relación difícil con Estados Unidos. Los atentados del 11 de septiembre, ¿han cambiado esta relación?
–Kofi Annan: La relación con Estados Unidos es óptima, y lo era también antes de los atentados, como lo demuestra la solución del problema de los pagos retrasados de Washington. No hay duda, sin embargo, que el 11 de septiembre ha cambiado muchas cosas: se requiere una nueva actitud diplomática para afrontar las amenazas que plantea el terrorismo.
–¿No es contradictoria la asignación de este Premio Nobel de la Paz a la ONU precisamente mientras ruge una guerra que podría hacer real el choque entre civilizaciones, etnias y religiones, llamadas a convivir en este «Palacio de cristal»?
–Kofi Annan: Al contrario. Es un aliento a trabajar más, precisamente porque no hemos podido impedir el conflicto, que no tiene una religión como objetivo.