ROMA, 30 abril 2003 (ZENIT.org).- «Vosotros, ortodoxos, y nosotros, católicos, no tenemos la misma fecha de Pascua, pero tenemos la misma fe pascual», afirmó el sábado pasado por el cardenal cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos en su saludo a la comunidad en Roma de los ortodoxos búlgaros, reunida para la celebración de la Pascua.

Es la primera vez que ésta tiene lugar en la iglesia de los Santos Vicente y Anastasio. El templo fue confiado por Juan Pablo II a la comunidad búlgara de Roma el año pasado, coincidiendo con su viaje apostólico a Sofía.

A la celebración litúrgica, que fue presidida por el archimandrita Thion, vicario de la Diáspora ortodoxa para Europa occidental, acudieron también los embajadores de Bulgaria ante la Santa Sede y ante Italia, así como los embajadores de Serbia-Montenegro y Macedonia ante la Santa Sede.

Un nuevo impulso experimentarán además las relaciones entre católicos y ortodoxos el próximo 24 de mayo, fiesta de los Santos Cirilo y Metodio, fecha en que visitarán Italia dos delegaciones búlgaras, una encabezada por el primer ministro, el rey Simeón, y otra por los máximos representantes del Santo Sínodo búlgaro.

Las relaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia ortodoxa búlgara tuvieron un «comienzo difícil porque la última fue cerrada durante largo tiempo durante el período comunista». Era una Iglesia «cerrada en sí misma», explicó el cardenal Walter Kasper a los micrófonos de Radio Vaticana .

De acuerdo con el purpurado, la visita del Papa mejoró en gran medida esta situación: el Santo Padre «tuvo el carisma de iniciar nuevos progresos y nuevos pasos».

«Tras el viaje del Papa, volví a Bulgaria --continuó--. He visitado monasterios, parroquias, y hemos hecho amistad. Para mí, la amistad y la confianza están en la base del diálogo teológico». Es esta amistad la que propicia el próximo viaje de las delegaciones búlgaras a Roma.

En sus declaraciones, el cardenal Kasper se refirió también al papel de los ortodoxos búlgaros en Europa, un continente unido por un alma cristiana: «El Santo Padre siempre dice que la Iglesia, pero también Europa, debe respirar con los dos pulmones».

«Los búlgaros tiene mucho que dar, porque tienen una riqueza espiritual, especialmente en San Cirilo y San Metodio, que vienen de Bulgaria y que representan a todos los pueblos eslavos», explicó el purpurado.

«Debemos colaborar, porque nosotros, los occidentales, que estamos secularizados, necesitamos esta espiritualidad --concluyó el cardenal Kasper--, pero igualmente ellos tienen necesidad de nuestra ayuda».