MADRID, 23 julio 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Justino Izquierdo trabaja desde hace 31 años en Liberia como misionero, y en la actualidad es director de enfermería del Hospital Católico San José de Monrovia.
En declaraciones a la agencia Ivicon ha narrado la dramática situación que atraviesa el país africano después de los enfrentamientos entre el grupo rebelde Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) y las fuerzas leales al presidente Charles Taylor.
Como testigo de los dos primeros asaltos de los guerrilleros rebeldes que tuvieron lugar el pasado mes de junio ha dicho: «A nuestro hospital han llegado familias destrozadas por los bombardeos, aunque el centro todavía no ha sufrido ningún daño».
«Disponemos de unos cuantos sacos de arroz para dar de comer a los enfermos hospitalizados», añade.
Sin embargo, la situación es crítica: «No hay comercio por las calles de la capital, los bancos están cerrados, en el puerto no hay actividad y no llegan los medicamentos ni los suministros».
Por las calles sólo circulan vehículos militares: «no hay coches civiles, sólo guerrilleros con camionetas», dice Izquierdo.
El misionero hospitalario, que no regresará de momento al país ha dicho que «el miedo es voluntario y el que diga que no tiene miedo es un imbécil», pero añade «si trabajas por los demás y te das a los otros, el miedo desaparece o por lo menos no lo expresas, aunque sufres por los niños y las madres que llegan al hospital».
Actualmente quedan en Liberia cinco misioneros españoles, que según Ivicon «no corren peligro, aunque la situación puede cambiar de un momento a otro».
Los misioneros son las religiosas de la Inmaculada Concepción, María Socorro Soria y Gertrudis Masegosa; los hermanos hospitalarios de san Juan de Dios, José Antonio Soria y José Sebastián García; y la religiosa hospitalaria del Sagrado Corazón, Encarnación González, que trabajaba en un ambulatorio de la capital liberiana y que se halla refugiada ahora en el Hospital San José.
María Socorro Soria y Gertrudis Masegosa, que trabajan también en el Hospital San José, han relatado en conversación telefónica a la superiora general de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, María Dolores Leyun, que «el cerco se cierra sobre la ciudad y no cede nadie».
La superiora ha afirmado que las misioneras «están tranquilas en medio de la gente, acompañando a la población» y que «les duele dejar el pueblo, no tienen intención de venirse, al menos por ahora». También dijo que, según han relatado las misioneras, «al hospital van llegando pocos enfermos, pues hay pocos medios de comunicación y la gente tiene miedo a salir de sus casas».