CIUDAD DEL VATICANO, 31 julio 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha presentado la figura de Balduino, rey de los belgas, en el décimo aniversario de su fallecimiento, como ejemplo para los ciudadanos de su país.
En un mensaje, leído esta mañana por el cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malina-Bruselas, durante la misa conmemorativa en la catedral de la capital belga, el Papa asegura su oración por el soberano y su cercanía a toda la familia real, a las autoridades, y al pueblo de Bélgica.
Que «su vida de servicio, arraigada en una profunda relación con Dios y fundada sobre valores esenciales», afirma la misiva pontificia, aliente al pueblo belga a «seguir sus huellas para edificar una sociedad cada vez más justa y fraterna, en el respeto de la dignidad de las personas».
El rey Balduino I nació en 1930 y con sólo 21 años prestó juramento constitucional convirtiéndose en el quinto rey de los belgas.
El 15 de diciembre de 1960 se unió en matrimonio con doña Fabiola de Mora y de Aragón.
Entre los episodios más destacados de su reinado, cabe destacar la decisión de con la que se opuso en 1990 al proyecto de ley de liberalización del aborto que aprobaron la Cámara y el Senado. El 30 de marzo, el monarca hizo saber por escrito al primer ministro que su conciencia le impedía sancionar esa ley, como lo exige el sistema constitucional para que entre en vigor.
Basándose en un artículo de la Constitución, el Consejo de Ministros consideró que por este motivo a partir de ese momento Balduino I se encontraba en la imposibilidad de reinar. En ese caso, el Consejo de Ministros asume las prerrogativas constitucionales del rey. El 3 de abril el Consejo sancionó y promulgó la ley de liberalización del aborto.
El 5 de abril las Cámaras reunidas constataron el fin de la imposibilidad de reinar del rey, de manera que a partir de ese momento volvió a ejercer sus prerrogativas constitucionales.
El 31 de julio de 1993 el rey falleció en Motril, en el sur de España, donde se encontraba la residencia de vacaciones de la pareja real.
En 1992, un año antes de su muerte, el rey escribía en su diario esta oración: «Haz que realice tu sueño de santidad en Fabiola y en mi…».