BARCELONA, 14 octubre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- El diputado catalanista Manuel Silva, que en repetidas ocasiones ha votado contra el aborto y contra la manipulación embrionaria, ha anunciado que el próximo jueves votará contra el proyecto de ley presentada por el Ministerio de Sanidad sobre los embriones sobrantes de la Fiv (LTRA).
Manuel Silva afirma que la nueva ley no solucionará el problema, ya que los resquicios legales previstos permitirán seguir congelando embriones al mismo tiempo que se abre la puerta de la investigación con ellos.
Para el diputado de Convergència i Unió (CiU), además, la ley muestra un absoluto desprecio por la vida del embrión, ya que ni siquiera se plantea un estatuto que plantee su defensa jurídica.
Ofrecemos a continuación la entrevista íntegra concedida a la agencia Veritas sobre esta cuestión.
--¿Qué opinión le merece en líneas generales el proyecto de ley de la LTRA?
--Manuel Silva: Tiene dos aspectos muy relevantes, que cabe separar. Por un lado, por primera vez, autoriza la destrucción de los embriones crioconservados, y su utilización en la investigación, cosa que la actual ley vigente no prevé (sólo prevé la investigación en el caso de que suponga un beneficio para el propio embrión).
Es decir, en este caso, en el de la investigación con embriones actualmente congelados, la nueva ley hace una afirmación contundente, hay una posibilidad expresa e incluso fomentada: se puede practicar en el supuesto de que los progenitores de embriones sean ilocalizables o no hagan una declaración expresa en un año acerca de su futuro. Al final el árbol de decisiones lleva a la descongelación y la utilización a efectos de experimentación, cosa que en estos momentos no autoriza la legislación vigente.
Por otro lado, el proyecto de ley pretende aparentemente reducir el número de embriones crioconservados de cara al futuro, planteando además que sólo podrán utilizarse con fines procreativos. Lo que ocurre es que contrasta la contundencia de admitir la descongelación y la utilización, y por tanto la destrucción con fines de experimentación de los embriones que actualmente están crioconservados, con la «eventualidad», planteada en el artículo 14 del proyecto de ley, de que se reduzca el número de embriones congelados en el futuro. En ese artículo, de hecho, se remite a un protocolo posterior, que se efectuará con informe de la Comisión Nacional Asesora de Técnicas de Reproducción Humana Asistida.
Por lo tanto, ese principio general de que sólo podrán fecundarse tres óvulos, y que por tanto sólo podrán generarse tres embriones que además deberán ser implantados en el ciclo correspondiente, admite unas excepciones en situaciones que define como patologías, y que no aparecen en la Ley, sino que serán definidas en un protocolo posterior del Ministerio de Sanidad, informado por esa Comisión.
Es decir, es un tema que queda tremendamente abierto, y no sabemos si en el futuro tendremos muchos embriones sobrantes con el paso del tiempo, como ocurre en estos momentos, o no va a suceder eso, ya que la ley no lo garantiza.
En cualquier caso, las noticias que van apareciendo en los medios de comunicación son muy poco tranquilizadoras al respecto, ya que parece ser, aunque son filtraciones periodísticas, si bien publicadas por medios solventes, parece ser que el número de excepciones va a ser tan alto que se va a poder seguir actuando como hasta ahora.
Por lo tanto, tenemos dos elementos de juicio: podemos afirmar que, con la nueva ley, ciertamente se van a descongelar los embriones y serán utilizados con fines de experimentación. No tenemos ninguna certeza, además, de que la extracción o la utilización de las células madre se produzca cuando el embrión pueda tenerse ya por muerto, es decir, que se produzcan auténticas vivisecciones de los embriones. El segundo elemento de juicio es el elemento aparentemente positivo de la reducción de embriones congelados. Es algo que la ley, pudiendo hacerlo (porque podría haber asumido perfectamente la ley de protección del embrión alemana de 1999) afirmando claramente que no se van a fecundar más embriones que los que se van a implantar, no lo hace en modo alguno, no lo prohíbe.
Desde mi punto de vista hay, por tanto, un retroceso evidente en la protección del embrión: los que están congelados morirán y, previsiblemente, además, morirán a consecuencia de la extracción de las células madre, y por otro lado no sabemos si efectivamente se reducirá o no el número de embriones congelados en el futuro, ya que seguramente los habrá.
--La Ministra de Sanidad Ana Pastor, en una reciente entrevista concedida a Televisión Española, decía que la ley «respeta el estatuto del embrión». ¿Qué opina?
--Manuel Silva: No puedo estar de acuerdo, ya que en ningún momento, en la exposición de motivos de la ley se hace una afirmación de esa defensa. Uno de los puntos que más sorprende precisamente en este proyecto de ley es que en ningún momento se alude siquiera a que la existencia de embriones crioconservados sobrantes de la Fiv genera un problema ético o moral a gran parte de la sociedad.
Es decir, que si a alguien este tema le preocupa, lo lógico sería incluirlo en la exposición de motivos. Sin embargo, en esa exposición, sólo se alude a la gran preocupación por los costes sanitarios de los embarazos múltiples. Tiene el buen deseo (que luego no materializa en la ley) de terminar con la reducción embrionaria (la reducción embrionaria, como dicen los propios formularios de consentimiento informado de la Fiv, son abortos selectivos), etc.
El problema es que el gran ausente en el proyecto de ley es el estatuto del embrión. Porque parece que aquí solo se consideran los intereses de las parejas infértiles que desean procrear a través de este sistema, y los intereses de un sistema sanitario que considera que algunas prácticas de reproducción asistida genera unos grandes costos a la sanidad pública. No preocupa en absoluto del embrión, que además viene definido siempre como «preembrión», creo recordar.
Y por otro lado está una omisión, que yo no acabo de entender: los embriones congelados no generan un problema económico, de riesgo, para las clínicas de Fiv, sino que lo que genera es un problema moral para la sociedad.
--Por tanto, ¿resuelve la ley el problema de la congelación de embriones?
--Manuel Silva: No lo resuelve, en efecto: de facto se pueden fecundar más de tres óvulos, por tanto seguirán congelándose embriones. La ley hace una apuesta, que es la de que los embriones sólo podrán ser utilizados con fines reproductivos. Lo cual no es malo que se diga, pero es que la ley anterior no decía lo contrario; eso sí, la ley vigente no permitía la experimentación, y la nueva sí, y ése es el avance.
Se abre una espita importante: si con los que se encuentran actualmente crioconservados se puede descongelar y experimentar, ¿por qué no se va a hacer lo mismo con los que se congelen a partir de ahora? Hay que decir que gran parte de las enmiendas que presentan los grupos parlamentarios que afirman que esta ley se queda corta, van por ese planteamiento.
A mí lo que me preocupa es que dentro de unos años, incluso aplicando con carácter restrictivo los artículos de la ley, habrá embriones congelados, y entonces, ¿qué? Porque si esta ley sirve para que dentro de un tiempo nos encontremos en la misma situación que ahora, y además por el camino se haya podido experimentar con embriones, entonces no hay mejora alguna.
--¿Quiere decir que la ley no supone ninguna mejora de la situación?
--Manuel Silva: Vamos a ver: si en este momento hay una absoluta libertad para la creación de embriones, el que haya un principio de que son tres los que se fecundan y los que se implantan, no es
malo, no es un paso atrás, eso hay que reconocerlo. El problema son las excepciones previstas.
En la propia memoria económica del proyecto, compara la situación española con la alemana de 1999. Si en Alemania, donde con la prohibición absoluta de fecundar más de tres óvulos y con la obligación de implantar todos los óvulos que se creen, se puede desarrollar una fecundación in vitro proporcionalmente incluso muy superior a la que se producía en España por aquellas fechas, ¿por qué no se adopta el mismo sistema? Esta es la pregunta.
No sabemos si la nueva ley mejora o no la situación si no sabemos en qué supuestos el famoso protocolo del Ministerio, informado por la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, permitirá fecundar más de tres óvulo. En la medida en que las excepciones existen, podemos afirmar sin duda que seguirán congelándose embriones.
Y en este tema no nos tranquiliza ni la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, que afirma que esto deben decidirlo entre médico y paciente. Esto implica un desprecio absoluto hacia el embrión, que es absolutamente instrumentalizado y cosificado, no cuenta para nada. La pregunta es: si dentro de diez años no tenemos 200.000 embriones congelados pero sí 40.000, ¿hemos solucionado el problema?
--Y sin embargo, se ha difundido la idea de que esta ley iba a terminar con el problema de la crioconservación...
--Manuel Silva: Si solucionar el tema de la crioconservación es descongelarlos y que mueran o utilizar las células madre embrionarias, sin concretar si esa extracción se realiza antes o después de lo que podríamos llamar muerte del embrión, efectivamente: muerto el perro, se acabó la rabia, por así decirlo.
Porque esa es otra cuestión: nuestra ley de trasplantes, por ejemplo, determina exactamente en qué momento puede producirse la extracción de órganos, que es la diferencia existente entre una autopsia y una vivisección. No deja de ser curioso, y muestra la escasa importancia concedida al estatuto del embrión, que en ningún momento se establezca en qué momento el embrión se considera que está muerto para sacarle las células madre.
--...Pero se ha conseguido que la gente acepte la idea de la experimentación con embriones.
--Manuel Silva: La opinión pública, en estos aspectos, está tremendamente desinformada, y en buena parte manipulada. Cualquiera que siga las revistas científicas «Nature» o «Science», o hoy mismo el propio diario «El País», puede ver artículos sobre los avances importantes en la experimentación con células madre adultas. Y sin embargo se ha vendido a la opinión pública la idea de que sólo la experimentación con células madre embrionarias puede dar solución al Parkinson, al Alzheimer, a la diabetes y a tantas otras enfermedades, cuando lo cierto es que estas revistas científicas publican los últimos años avances en la experimentación con células madre adultas del propio paciente.
Se produce también una importante cosificación del embrión, porque se traslada a la sociedad la idea: bueno, ya que los vamos a destruir, que sirvan para algo.
Por eso yo, a título personal (ya sé que hay otras opiniones igualmente respetables), me resisto a aceptar que la salida lógica de los embriones crioconservados sea dejarlos morir, porque desde ese momento es muy difícil convencer a la sociedad de que pueden morir pero no puede experimentarse con ellos. Yo tengo la convicción de que esa salida es ética, pero es difícil explicarle eso al ciudadano.
En cualquier caso, se produce una pinza entre las asociaciones de pacientes afectados por la infertilidad, y por otra parte algunas asociaciones de enfermos de diabetes u otras enfermedades a los que, de alguna manera, se les vende que la solución son las células madre embrionarias. Además, los embriones sobrantes permiten el diagnóstico preimplantatorio, aunque no se dice que esto es eugenesia.
Por eso a mí me preocupa mucho que la ley no haga ninguna referencia al problema moral que genera la existencia de embriones congelados. Aquí no parece que haya más preocupación que la de satisfacer a los pacientes infértiles, y la investigación embrionaria como medio de satisfacer a otro tipo de enfermos.
Existirían otras soluciones, como digo, las células madre adultas, y estoy convencido que el dar solución a parejas infértiles no tiene porqué requerir meter en el congelador a tres o cuatro embriones sobrantes.
El planteamiento alemán, por ejemplo, no es ése. Además no es lo mismo que haya pocos embriones sobrantes que puedan ser dados en adopción, a que haya doscientos mil.
A mí lo que me preocupa es que, por circunstancias muy lamentables, no se haya podido generar un auténtico debate público, que hubiese permitido concienciar a la sociedad de muchos de los problemas que nos plantean este tipo de técnicas.
Yo creo que la forma incluso en que se está tramitando esta ley tiene un doble problema: por un lado, la ley en sí misma; por otro, el adormecimiento de la conciencia de los ciudadanos. Estoy seguro de que si a un ciudadano se le explica: mire usted, efectivamente se pueden crear sólo tres embriones y se implanten todos, le va a parecer mejor que fecundar ocho, congelar cinco e implantar tres.
Lo que pasa es que cuando los intereses económicos de la reproducción asistida y los intereses, que deben tenerse en cuenta, de la comodidad de la propia mujer a la que se le implantan los embriones, están por encima de la vida del embrión como un bien constitucional, eso nos da claramente la medida del valor que se atribuye a esa vida. Yo me he opuesto siempre a la ampliación de los supuestos del aborto; pero aquí ya no estamos hablando siquiera de vida frente a «libertad», sino de vida frente al coste de hacer dos ciclos fiv en vez de uno.
Cuando se presenta como un gran éxito el que haya nacido un niño sin una enfermedad genética con la solución «fabulosa» de fecundar varios óvulos, seleccionarlos, dejar congelados a los que tienen la enfermedad, incluso a alguno que no la tiene, e implantar uno sano, es decir, eugenesia pura y dura, nos damos cuenta de la situación en que nos encontramos. Esto al final acabaría siendo un derecho: a tener un niño sin enfermedades hereditarias, luego sin enfermedades no hereditarias pero detectables, y al final rubio de ojos azules. Cuando hablas de pendiente resbaladiza la gente no te toma en serio, pero sí, es cierto.
--¿Usted cree que ha habido algún grupo o colectivo importante que se haya dejado fuera en el debate de esta ley?
--Manuel Silva: Evidentemente se ha dejado fuera a los diputados y grupos de opinión partidarios de la defensa del embrión, entre ellos a los católicos. Como aquí se ha asumido que no hay problema moral de ninguna característica, es una ley que se ha llevado al congreso sin discutirse, sin negociarse con estos grupos. Ha sido un error, porque no se ha discutido con los parlamentarios cristianos, por ejemplo, de los diversos partidos políticos.
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Oct 14, 2003 00:00