MADRID, 3 octubre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Un grupo numeroso de Misioneras de la Caridad, «más de las que hay en Madrid», según constató el cardenal Antonio María Rouco Varela, asistió este jueves en la iglesia San Fulgencio a la Eucaristía en memoria de los Ángeles Custodios.

La misa contó con la participación especial de la Madre Nirmala, superiora de la Congregación fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

En una parroquia abarrotada de fieles, entre los que se apreciaban varios niños de origen indio adoptados por familias españolas, el cardenal Rouco Varela pronunció una homilía centrada en el mensaje evangélico y añadió después que desde el recuerdo de la Madre Teresa «hay que amar a los más pobres uno a uno, como lo hacía la Madre Teresa».

«Que el recuerdo de Madre Teresa nos ponga delante cómo se hace eso dijo. Los hombres pueden hacer de ángeles en la tierra. Si a la Madre Teresa no se le llamaba el «Ángel de Calcuta» estaría muy bien que se lo hiciera, porque fue un ángel para sus hermanos, como debemos serlo todos» y animó a las Misioneras de la Caridad a ser «ángeles de la guarda en Madrid».

Al acabar la celebración, la Madre Nirmala dirigió un breve mensaje a los asistentes en el que expresó su alegría por compartir el Sacrificio Eucarístico de acción de gracias junto a «voluntarios y colaboradores españoles de las Misioneras de la Caridad».

«Es una oportunidad para agradecerles por el apoyo amoroso a las hermanas en el servicio que ellas prestan a los más pobres entre los pobres», dijo.

La Madre Nirmala agradeció especialmente «a los padres que han entregado a sus hijas e hijos a las Congregación de la Madre Teresa y a los novios que van como voluntarios a la India a pasar su luna de miel «dedicando su tiempo a los más pobres entre los pobres».

La Superiora de las Misioneras de la Caridad quiso luego recordar algunas enseñanzas de la fundadora de la Congregación, entre ellas que «el amor de Dios es mucho más grande que cualquier amor humano, porque los hombres pueden dejarnos, pero Dios jamás nos dejará».

«Jesucristo permanece con nosotros en la Eucaristía como pan de Vida y también en el rostro escondido de los más pobres entre los pobres», afirmó la Madre Nirmala. «En el Santísimo, Jesús viene a nosotros para saciar nuestra hambre y sed de Dios, en los más pobres entre los pobres viene como el hambriento, el sediento, el que no tiene techo, el que necesita amor, y espera de nosotros para darnos la oportunidad de saciar su sed de amor en los pobres», añadió.

«Cuanto más tierno sea nuestro amor a Jesús en la Eucaristía tanto más será nuestro amor a Jesús en los pobres», prosiguió la Madre Superiora. «No tenemos que ir lejos para buscar a los pobres, están en todas partes, solamente necesitamos ojos para ver y corazón para reconocerle», dijo luego.

La Madre Nirmala continúo su mensaje, seguido con gran atención por los asistentes: «No tenemos que hacer grandes cosas para demostrar el amor a los pobres. Pequeñas cosas hechas con amor tocan el corazón y cambian a las personas», afirmó.

Finalmente dijo «el amor exige dar hasta que duela, la Madre Teresa diría que diéramos no de lo que nos sobra, sino de nuestra propia necesidad» y animó a los cristianos a amar en presente: «tenemos que amar hoy, porque alguien tiene hambre, sed, alguien está sin casa hoy, alguien tiene hoy necesidad de amor, necesidad de la voz humana, del contacto humano. Mañana es demasiado tarde».

El gran mensaje final de la Madre Nirmala fue «adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento y contemplar su rostro en los hermanos».