«Un gran número de investigaciones demuestran claramente la relación entre fuertes lazos familiares y la prevención del abuso de droga por los hijos», constató este martes el observador permanente vaticano ante las Naciones Unidas.
El arzobispo Celestino Migliore lanzó su propuesta al intervenir ante la reunión del Comité sobre el tema 109, Control Internacional de la Droga, celebrada en el palacio de cristal de las Naciones Unidas en Nueva York.
«Dado que muchas causas y consecuencias de la dependencia de substancias estupefacientes están ligadas a las dinámicas familiares entre los objetivos de la prevención, el tratamiento y la rehabilitación, hay que incluir las relaciones familiares en su dimensión biológica, psicológica, social, cultural y económica», propuso el representante papal.
«Es más –insistió–, dado que la familia constituye la auténtica célula fundamental de la sociedad, el abuso ilícito de drogas puede destruir el tejido social de una comunidad o incluso desestabilizar a la sociedad civil».
«La familia es normalmente la primera que padece las consecuencias graves y a largo plazo del uso de drogas por parte de sus miembros, una situación trágica que en muchos casos lleva al desequilibrio en la relación doméstica y al final a la ruptura de la familia», siguió aclarando.
«La familia es el primer ambiente en el que un niño aprende los hábitos –explicó–. Las prácticas de educación de los padres, como su participación en las actividades diarias de los hijos y una comunicación abierta en la familia, contribuyen a un comportamiento social sano en la niñez y adolescencia».
«Con frecuencia, el simple hecho de compartir una comida regularmente con los hijos se ha demostrado como un medio eficaz para reducir la experimentación con las drogas», reveló.
En preparación del décimo aniversario del Año Internacional de la Familia, en 2004, la Santa Sede alentó a las agencias de la ONU comprometidas en la lucha contra el crimen y las drogas, a las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, así como a las instituciones académicas, a «explorar y compartir experiencias y descubrimientos que podrían fortalecer el papel central de la familia en la prevención de la droga».