CIUDAD DEL VATICANO, 16 octubre 2003 (ZENIT.org).- Con un rostro sonriente y mejorado, Juan Pablo II comenzó en la mañana de este jueves las celebraciones de su vigesimoquinto aniversario, ofreciendo su propio regalo a la Iglesia, una exhortación apostólica sobre la figura del obispo.
El Aula Pablo VI del Vaticano se encontraba abarrotada por unos 9.000 peregrinos. En los lugares más cercanos al Papa, en ambiente de fiesta, destacaban 149 cardenales, 7 patriarcas de Iglesias orientales, 109 presidentes de conferencias episcopales que no son cardenales, 28 cardenales designados, así como representantes la Curia romana.
Sentado en la silla que le evita desplazamientos, el Papa firmó la exhortación apostólica postsinodal «Patores gregis», con la que recoge las conclusiones del Sínodo de los obispos celebrado entre el 27 de septiembre y el 30 de octubre de 2001 y que se dedicó precisamente a la misión del obispo.
Junto al Papa se encontraban los cardenales que más de cerca le han asistido la redacción del documento y organización del Sínodo: Jan Pieter Schotte, secretario general del sínodo de obispos; Giovanni Battista Re, prefecto de la congregación para los obispos; Bernard Agré, arzobispo de Abiyán; Ivan Dias, arzobispo de Bombay; Edward Egan, arzobispo de Nueva York, y Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.
Tras la firma y el canto «Alma Redemptoris Mater», interpretado por el Coro de la Capilla Sixtina, los presentes estallaron en un aplauso, y muchos agitaron pañuelos.
Juan Pablo II a continuación parte de su discurso, en el que destacó que esta exhortación apostólica de algo menos de 200 páginas, recuerda al obispo que «está llamado a ser padre, maestro, amigo y hermano de todos los seres humanos, siguiendo el ejemplo de Cristo».
«Recorriendo fielmente este camino, podrá llegar a la santidad, una santidad que deberá crecer no junto al ministerio, sino a través del ministerio», afirmó subrayando uno de los temas centrales del documento.
Para evitar un ulterior cansancio, el Papa sólo leyó el primer y el último párrafos, dedicados en particular al agradecimiento. El resto fue leído el arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano.
El obispo «será profeta de justicia y de paz, defensor de los derechos de los pequeños y de los marginados. Proclamará a todos el Evangelio de la vida, de la verdad y del amor. Mirará con predilección a la multitud de pobres que pueblan la tierra», insistió el discurso preparado por Juan Pablo II.
«El Papa está con todos vosotros», afirmó a los 4.695 obispos de la Iglesia católica.
Terminado el discurso, mientras el Coro entonaba el «Cantate Domino», el Papa entregó una copia de la exhortación apostólica a los cardenales presentes, a los relatores generales y a cinco obispos en representación de los cinco continentes.
El Padrenuestro y la bendición pusieron el broche de oro al acto.
En la tarde de este jueves, a las 18,00, el Papa debía presidir la celebración eucarística con la que daba su acción de gracias a Dios por su elección como sucesor del apóstol Pedro.