La petición fue presentada este miércoles por el observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas, el arzobispo Celestino Migliore al intervenir ante el Comité de la Asamblea General que afrontó el Programa de actividades de la Década Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo.
El «embajador» del Papa ante el palacio de cristal en Nueva York expuso «tres convicciones en las que mi delegación cree firmemente», dijo, para que la comunidad internacional responda a las necesidades de estas poblaciones.
«En primer lugar –mencionó–, el derecho al desarrollo es inherente a toda persona, grupo o nación y los 370 millones de personas indígenas del mundo tienen el mismo derecho al desarrollo que las demás».
«En segundo lugar, el desarrollo, para que sea verdaderamente humano, debería ser integral, incluyendo todos sus aspectos: económicos y sociales, políticos y culturales, morales y espirituales; debe ser tanto individual como colectivo, personal como compartido », siguió diciendo.
«En tercer lugar, aclaró, las poblaciones indígenas mismas deben ser arquitectos de su propio desarrollo», concluyó.
Las iniciativas de ayuda que en este contexto se emprendan, reconoció el nuncio apostólico, exigen un criterio fundamental: «involucrar a las poblaciones indígenas en los diferentes pasos de los proyectos, desde los estudios de viabilidad hasta su aplicación, desde la evaluación hasta los reajustes».
Recordando que la década de los pueblos indígenas concluye en 2004, el arzobispo afirmó que «la Santa Sede sigue comprometida en la causa» de «permitir que los pueblos indígenas ocupen el lugar que les corresponde».