JERUSALÉN, 30 octubre 2003 (ZENIT.org).- La visita del nuevo ministro general de la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos) a Tierra Santa está dejando un mensaje central: llevar vida en un mundo de muerte.
Al visitar a las comunidades franciscanas, que tienen a su cargo la Custodia de Tierra Santa, fray José Rodríguez Carballo, elegido en junio, está repitiendo el mensaje de san Francisco de Asís en momentos de grave crisis en el conflicto israelo-palestino.
«No hay alternativa al diálogo y a la paz», afirmó este miércoles al dirigirse a los frailes de la Comunidad de Belén, que han pagado un elevado precio a causa del conflicto.
«Si no queremos destruirnos «totalmente los unos a los otros» (Gál 5, 15), no tenemos otra salida que no sea el diálogo y la paz», añadió.
La Basílica de la Natividad de Belén y los religiosos franciscanos, greco-ortodoxos, y armenios, que administran el lugar santo sufrieron un asedio de 39 días entre abril y mayo de 2002 por parte del Ejército israelí tras la irrupción de más de doscientos palestinos, muchos de ellos armados.
«¿Hasta cuándo, Señor? –se preguntó el fraile español en la misma ciudad en la que nació Jesús– ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo cesarán las guerras y los conflictos? ¿Cuándo los hombres escucharemos el evangelio de la paz proclamado en esta tierra? ¿ Cuándo podremos ver esta tierra pacificada?»
Su grito se convirtió en oración: «¡Danos, Señor, el don de la paz! ¡Da la paz, Señor! ¡Danos, Señor, una paz duradera basada en la justicia, en el respeto al otro, en la aceptación de las diferencias! ¡Danos, Señor, una paz basada en el perdón!».
«Pero, al mismo tiempo que oramos por el don de la paz en esta tierra regada con la sangre del Cordero que quita el pecado del mundo, en esta tierra santa para las tres grandes religiones monoteístas, no podemos menos de gritar y de condenar, una vez más, el terrorismo, la violencia, la guerra», añadió.
«Lo hacemos con la voz de Francisco, una voz débil pero fuerte por la potencia del Evangelio», aseguró. En nombre de Dios pidió a todos los responsables de esta situación creada en Tierra Santa: «Dejad de matar, cese el terrorismo, no cedáis a la tentación del odio, de la violencia de la muerte».
Al visitar la Basílica de la Resurrección en Jerusalén el 27 de octubre pasado explicó a sus hermanos en religión que su «gran misión» hoy consiste en «poner vida en un mundo de muerte»,
«Aquí en Tierra Santa –aclaró–, donde el odio, el terror, la violencia y la guerra no se detienen y donde la sangre, muchas veces de inocentes, sigue regando injustificadamente (para la muerte violenta no hay justificación alguna) las calles de esta Ciudad Santa».
En el encuentro con los frailes de Judea, que también tuvo lugar ese lunes, el superior lanzó un llamamiento a los franciscanos: «Sufrid con el pueblo, compartir la suerte del pueblo, servid al pueblo, pero no como dueños, sino como servidores».
El maestro consideró que en la situación actual la Orden está llamada a vivir su espíritu misionero «creando nuevas actividades apostólicas y misioneras», «revisando si es necesario nuestro servicio en las parroquias, en los santuarios, en los demás lugares tradicionales de presencia, sin olvidar nunca que, en fidelidad a nuestro carisma, estamos llamados a estar presentes sobre todo en los lugares de fractura, donde quizá nadie quiere ir».
En su visita al Studium Biblicum, el domingo, 26 de octubre, el padre Rodríguez Carballo subrayó la importancia de que este foco mundial de estudios haya sido declarado Facultad Bíblica.
Y recordó: «La sabiduría del fraile menor, el conocimiento de la Palabra de Dios, no debe ser un fin en sí mismo, sino que debe transformarse en vida».
La Custodia de Tierra Santa fue creada por el capítulo general franciscano de 1217. Uno de sus momentos más dramáticos tuvo lugar en 1291, cuando todos los conventos fueron destruidos por los sarracenos y muchos religiosos asesinados.