Focolares, «apóstoles del diálogo» desde hace 60 años; según el Papa

Mensaje en el sexagésimo aniversario de su fundación

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha escrito un mensaje a Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolores –su nombre oficial es «Obra de María»–, con motivo del sexagésimo de la fundación de ese movimiento eclesial extendido hoy por los cinco continentes.

«Los focolares se han hecho apóstoles del diálogo, como camino privilegiado para promover la unidad: diálogo dentro de la Iglesia, diálogo ecuménico, diálogo interreligioso, diálogo con los no creyentes», reconoce el pontífice al sintetizar su compromiso.

El texto fue leído este sábado por el arzobispo Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo, localidad situada a unos 30 kilómetros de Roma.

«En estos sesenta años –explica el Papa en su misiva–, ¡cuántos cambios sociales y cuántos repentinas perturbaciones han marcado la vida del mundo! La humanidad se ha hecho cada vez más interdependiente y, persiguiendo intereses pasajeros, en ocasiones ha perdido los propios valores de referencia».

«Ahora corre el riesgo de quedarse «sin alma», es decir, sin el principio unificador fundamental de todo proyecto y actividad», afirma el Santo Padre pensando en particular en Europa.

«Se impone con urgencia el deber de un renovado compromiso por parte de los creyentes para responder a los desafíos de la nueva evangelización», constata.

«Desde este punto de vista –concluye–, un papel importante es confiado a los movimientos eclesiales, entre los que tiene un lugar de relieve el de los Focolares».

De hecho, el Movimiento de los Focolares, nacido en 1943 en la ciudad italiana de Trento, involucra a cuatro millones y medio de personas en el mundo, de las cuales, dos millones son adherentes y simpatizantes en 182 países.

Entre otras cosas, los Focolares han fundado 33 ciudadelas en los cinco continentes. Se trata de pequeñas ciudades –con sus casas, escuela, empresas…— que buscan ser focos de civilización del amor.

Chiara Lubich, en un testimonio publicado por el periódico italiano «Vita Trentina» responde a dos preguntas: «¿Cuál es mi estado de ánimo? ¿Qué llevo en el corazón en esta especial circunstancia?».

«Una honda conmoción –responde–, si pienso sólo por un momento ante lo que me encuentro: un pueblo nuevo nacido del Evangelio, esparcido en toda la tierra, una Obra inmensa que ninguna obra humana habría podido hacer surgir. De hecho es “una Obra de Dios”, para la cual he sido elegida de primera, como instrumento suyo siempre «inútil e infiel»».

«Y un himno de gratitud a Dios por todo lo que, con mis hermanas y hermanos, he podido ver, experimentar, construir, llevar hacia esa meta con su ayuda –sigue confesando–. ¡Un gracias profundo y sentido por cada cosa Dios mío!».

Más información en http://www.focolare.org.

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ZENIT Staff

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