Luces y sombras de la «Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos»

Comunicado de la Federación Internacional de Centros e Institutos de Bioética de Inspiración Personalista (FIBIP)

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CIUDAD DE MÉXICO, domingo, 16 octubre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado elaborado por la Federación Internacional de Bioética Personalista tras el congreso celebrado en México a finales de septiembre sobre la «Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos» de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO). La Declaración debería ser adoptada en los próximos días.

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La Federación Internacional de Centros e Institutos de Bioética de Inspiración Personalista (FIBIP), que reúne a más de 40 Centros e Institutos de Bioética de todo el mundo, se ha reunido en la Ciudad de México los días 29 y 30 de septiembre del 2005 para reflexionar sobre el «Proyecto de Declaración Universal sobre Bioética y los Derechos Humanos» que será sometida a aprobación en la 33 Conferencia General de la UNESCO. La FIBIP consciente del alcance que podrá tener dicha Declaración los ámbitos personal, familiar, social y político, emite el siguiente comunicado:

1. Es significativo el hecho de que la UNESCO haya elaborado una Declaración sobre Bioética y Derechos Humanos. La elaboración de un documento para que sirva de guía a los Estados, individuos, comunidades e instituciones en el ámbito de la medicina, de las ciencias de la vida y de las nuevas tecnologías, confirma la importancia de la Bioética y ofrece una contribución específica desde la perspectiva de los derechos humanos.

2. El texto actual de la Declaración nos parece, en general, positivo, en cuanto que está orientado fundamentalmente hacia la promoción de la dignidad humana y el respeto de los derechos humanos. Es importante que la declaración tenga presente que «la identidad de una persona comprende dimensiones biológicas, psicológicas, sociales, culturales y espirituales», y que subraye la dimensión social y de solidaridad de los temas afrontados por la Bioética.

3. La Declaración menciona el respeto de la vida humana solamente al definir sus objetivos, sin proponerlo entre los Principios fundamentales, como se esperaría de una declaración de Bioética. Aunque se establece correctamente que los principios de la Declaración se han de entender como complementarios y relacionados entre sí, consideramos que en la aplicación de los demás principios se debe tener presente siempre el principio fundamental del derecho a la vida de todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural.

4. La Declaración afirma que se «habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los seres humanos en dignidad y derechos» y pide la protección de «los individuos y grupos especialmente vulnerables». En coherencia con el art. 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), que atribuye estos derechos a «todo individuo… sin distinción ninguna por motivos de raza… o de cualquier otra condición», los principios de justicia y protección proclamados en la Declaración deberán ser aplicados también a los seres humanos no nacidos, los cuales se encuentran sin duda entre los «individuos especialmente vulnerables».

5. Como consecuencia de la naturaleza de complementariedad y de mutua relación de los principios proclamados por la Declaración, el principio de autonomía deberá ser aplicado sin detrimento del respeto de la vida y la dignidad humana, así como del deber de «reducir al máximo los efectos negativos» para las personas sobre las que se tomen medidas médicas o de investigación. El «respeto de la autonomía de los demás» en la toma de decisiones autónomas tendría que incluir el derecho a la objeción de conciencia, no recogido en la Declaración.

6. Algunas carencias de la Declaración se deben a los límites propios de la naturaleza misma del documento, necesariamente resultante de un consenso político general. No se debe pretender, por tanto, que la Declaración abarque y resuelva todos los complejos y delicados problemas propios de la Bioética.

7. La FIBIP se propone continuar su labor de profundización y difusión de las temáticas de Bioética. Algunas tareas primordiales son: la necesaria fundación antropológica de los derechos humanos; la coherente aplicación de estos derechos a todos los seres humanos, sin ningún tipo de exclusión; la creciente sensibilización ética en relación con los seres humanos más vulnerables y más expuestos a manipulaciones y abusos (especialmente los embriones y fetos humanos, los discapacitados físicos o mentales, los ancianos y los individuos en estado de coma o vegetativo persistente); la proyección positiva de la Bioética, de forma que, lejos de reducirse a su necesaria labor de protección ante posibles abusos, sirva de orientación a la investigación y contribuya a promover la cultura de la vida y la solidaridad a favor de una humanidad siempre mejor.

México, 30 de Septiembre de 2005

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ZENIT Staff

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