VARSOVIA, jueves, 20 octubre 2005 (ZENIT.org).-Esperamos que el proceso de beatificación del siervo de Dios Jerzy Popieluszko se pueda concluir antes de que pase un año, afirma el postulador de la causa, el padre Tomasso Kaczmarek, que ha terminado la denominada «positio» (informe) sobre la causa de martirio.
El volumen cuenta con 1.100 páginas y describe tanto los hechos de la vida del capellán del sindicato Solidaridad como las pruebas convincentes que «demuestran que fue asesinado por odio a la Iglesia y a Dios».
La «positio» prueba sin ninguna duda que «el padre Jerzy murió reconciliado con Dios y aceptó los sufrimientos recibidos y la muerte violenta con espíritu de Amor». Según el postulador, la beatificación podría producirse ya en junio de 2006, durante la visita de Benedicto XVI a Polonia.
Actualmente, la «positio» sobre el martirio será entregada al relator, padre Hieronim Fokcinski, que representa a la Congregación para las Causas de los Santos. Luego, será leída por siete consultores. Si su parecer fuera positivo, el secretario de la Congregación para las Causas de los Santos preparará una relación sobre el estado de la causa que el prefecto presentará al Santo Padre.
Si el Papa la aceptara, se leería el decreto sobre las virtudes heroicas en el Consistorio. En el caso de una causa de martirio, de hecho, esto significa que el siervo de Dios podría ser proclamado beato. En el caso de los mártires, no hace falta el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión.
Comentando el itinerario del proceso de beatificación del capellán de Solidaridad, el postulador subrayó que la fecha de beatificación dependerá del trabajo de los consultores, pero tratarán esta causa como «prioritaria».
El proceso diocesano ha durado sólo cuatro años y concluyó el 8 de febrero de 2001. La etapa romana se inició el 3 de mayo de 2001.
El capellán de Solidaridad tenía sólo 37 años. Eran los años oscuros de la ley marcial del general Wojciech Jaruzelski. El padre Jerzy Popieluszko celebraba misas por la patria. A su iglesia de San Estanislao de Kostka, en Varsovia-Zoliborz, acudía cada vez más gente.
Para el régimen era un fanático, un ejemplo de clericalismo militante; para la gente, en cambio, era un pastor sabio y valiente, convencido de que debía vencer al mal con el bien.
El 19 de octubre de 1984, el padre Popieluszko fue secuestrado y asesinado por tres agentes de los servicios secretos que, tras haberlo destrozado a golpes, lo arrojaron a las aguas heladas del río Vístula. La noticia del secuestro la dio el chofer del padre Jerzy, Waldemar Chrostowski, que logró saltar fuera del coche de los secuestradores y esconderse en el bosque.
Durante muchos días, se siguió esperando en que el capellán de Solidaridad continuara con vida. Hasta que, el 27 de octubre, el capitán Grzegorz Piotrowski confesó: «Lo he matado yo, con mis propias manos».
El cuerpo se encontró después en el lago artificial formado por la presa de Wloclawek, a unos cien kilómetros al norte de Varsovia. El impacto fue impresionante pero el pueblo polaco lo afrontó sin ceder a la ira o a la violencia, recordando las palabras que el padre Jerzy solía repetir: «Tenemos que vencer al mal con el bien».
Quienes ordenaron este delito, relatado en sus detalles macabros por los asesinos, en el curso de un dramático proceso, no fueron nunca juzgados. Los imputados fueron condenados pero vieron reducida la pena y han salido ya todos de la cárcel.
La tumba del padre Popieluszko, situada en Varsovia junto a la iglesia donde celebraba las misas por la patria, se ha convertido en meta de peregrinaciones de millones de personas, que lo veneran como el testigo de la resistencia moral y espiritual del pueblo polaco.
El 18 de octubre, en Wloclawek, donde se encontró el cuerpo del sacerdote, se celebró una misa por su beatificación. Al día siguiente, el cardenal Jozef Glemp, primado de Polonia, presidió una misa solemne en la iglesia de San Estanislao de Kostka en Varsovia.