Habla el postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II

Entrevista a monseñor Slawomir Oder

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ROMA, 3 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Sacerdote polaco oriundo de Chelmza, monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II, admite experimentar una sensación de “temor y temblor” ante este encargo.

Entrevistado por Zenit, monseñor Oder comenta, en concreto, el profundo lazo espiritual que lo une al Papa Karol Wojtyla, a cuya sombra maduró su itinerario vocacional hacia el sacerdocio, y delinea el estado de la investigación diocesana del proceso de beatificación, abierta el 28 de junio pasado.

–¿Cómo vive el cargo de postulador de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II?

–Monseñor Oder: Puedo decir que se trata sin duda de una aventura que vivo con temor y temblor en el corazón porque, cuando uno se encuentra ante un gigante humano y espiritual como Juan Pablo II, es como para echarse a temblar. Sobre todo porque se advierte la cercanía de la gracia de Dios que ha actuado en este hombre. Pero también por la responsabilidad ante la Iglesia, y ante tanta gente de buena voluntad, que muestra su deseo de ver cuanto antes beatificado a Juan Pablo II.

Por ello hay que moverse, por un lado, con gran ilusión en el corazón, con gran sentido de urgencia pero, por otra parte, con la conciencia de que el proceso debe hacerse con la máxima seriedad, observando las normas procesales, porque no es sólo expresión de un momento de entusiasmo, sino que implica verdaderamente a la autoridad de la Iglesia que se pronuncia sobre un siervo de Dios.

–¿Hay aspectos privados de la personalidad de Juan Pablo II que se revelan en los numerosos testimonios y que normalmente no son conocidos?

–Monseñor Oder: Los documentos que llegan en esta primera fase del proceso normalmente son testimonios de las experiencias vividas por personas casi ajenas a la vida del siervo de Dios, que sólo han tenido encuentros ocasionales. Por tanto, son testimonios de encuentros y el modo en que éstos han repercutido en la vida de las personas.

También hay documentos de personas que han estado más cerca al siervo de Dios, con lazos de estrecha colaboración o de amistad. Sin embargo, la documentación que ha llegado muestra a una persona muy ligada al mundo de los amigos, a los que ha permanecido muy fiel, pero demuestra también una personalidad muy atenta y sensible a las personas necesitadas que se dirigían a él pidiendo una oración, una bendición o un recuerdo en la celebración de la Eucaristía.

De hecho, muchísimas personas han recibido cartas de respuesta en las que se afirmaba que el Santo Padre había sido informado de sus problemas. Por tanto, lo que emerge con preponderancia es este aspecto de atención y de cercanía a muchas personas.

–¿Hay testimonios de hechos extraordinarios debidos a la intercesión de Juan Pablo II, relatados por judíos o musulmanes convertidos?

–Monseñor Oder: No, no he recibido testimonios de gracias recibidas por este tipo de personas, aunque hay que decir que han llegado testimonios de no cristianos que, de todos modos, expresan su admiración por la figura de Juan Pablo II. Se han señalado en cambio gracias provenientes de grupos de comunidades eclesiales que no están en comunión con la Iglesia católica.

–¿En el progreso de la causas de beatificación de Juan Pablo II, tendrán en cuenta, además de los milagros de curación, también los, por llamarlos de alguna manera, «sociales»? Pienso en la aportación determinante de Juan Pablo II al nacimiento del primer sindicato independiente de obreros, Solidarnosc, y a la consiguiente caída del Muro de Berlín, sin hablar de las otras y numerosas etapas de la historia reciente que conservan su impronta.

–Monseñor Oder: Sin duda se trata de fenómenos que han sido marcados por la presencia y la intervención de Juan Pablo. Naturalmente se tratarán de otra manera este tipo de fenómenos, mientras que, cuando hablamos de milagro, en sentido técnico, que se requiere como elemento necesario para el proceso de beatificación y canonización, hablamos de una realidad bien definida y concreta, desde el punto de vista procesal y médico.

Los que usted ha mencionado como «milagros sociales», sin duda sirven para demostrar la heroicidad de las virtudes, y también para delinear la personalidad en el contexto histórico y social.

–¿Hay novedades en esta causa de beatificación en relación a las precedentes?

–Monseñor Oder: No podemos olvidar que estamos sólo al inicio de la investigación diocesana y sin duda la novedad que hemos visto todos es el hecho de la dispensa de la espera de cinco años, antes de la apertura del proceso. Esta dispensa ha sido querida por el papa Benedicto XVI que acogía no sólo, supongo, su propia convicción, sino también el hecho de que, durante el Cónclave, muchos cardenales propusieron la apertura inmediata del proceso, así como la «Vox populi» que se dejó oír durante los días de funerales y que gritaba: «Santo ya».

Otra novedad se refiere a la metodología que hemos adoptado, al preparar esta fase del proceso, y a la apertura de un canal de comunicación a través de internet, pero se trata simplemente de algo interno al despacho del postulador. Por lo que se refiere al desarrollo del proceso por ahora no hay otras novedades.

–Por tanto, ¿no podemos ni siquiera prever el final del proceso?

–Monseñor Oder: No, imposible. Hablar del fin del proceso es demasiado prematuro. Yo le podría simplemente decir que la fase diocesana concluirá cuando acaben las audiciones de todos los testigos y se hayan realizado todos los procedimientos.

–¿Qué le une a Juan Pablo II?

–Monseñor Oder: Puedo decir que toda mi historia vocacional y mi itinerario sacerdotal están unidos a la figura de Juan Pablo II, y empezaron en un cierto sentido al mismo tiempo que su elección. A decir verdad, esta elección retardó la realización de este pensamiento, porque era un momento de grandísimo entusiasmo y entonces pensaba que quizá era mejor esperar antes de tomar una decisión tan vinculante para mi vida, y de hecho esperé un poco de tiempo.

El resto se ha desarrollado a la sombra de Juan Pablo II, a la escucha de su pensamiento y su enseñanza. Pero actualmente lo que más llevo en el corazón es algo que une más profundamente. Siento la presencia de esta figura que entró en mi vida, la siento como una invitación casi un desafío. Ciertamente no es un desafío a lograr lo que el logró porque es una figura enorme. Pero a sentir la urgencia de mejorar mi vida, crecer en el deseo de realizar el ideal cristiano. Elemento éste muy presente, ahora que estoy estudiando la vida de Juan Pablo II, desde esta posición seguramente privilegiada y especial.

–Usted se encontró con él varias veces. ¿Qué se experimentaba al cruzar la mirada con la suya?

–Monseñor Oder: Era como sentir la penetración de esta mirada en el fondo del corazón. Se sentía una mirada benévola pero también que no dejaba espacio a las componendas, como una invitación a mirar a los vuelos de altura.

–¿Cuál es la primera imagen que le viene a la mente al recordarlo?

–Monseñor Oder: Quizá casi de modo paradójico, o quizá no, quizá como conclusión de lo que es el itinerario natural de la vida de un Papa, es la fotografía del último Viernes Santo, con el Papa apoyado en la cruz, que estrecha en sus brazos, y con la mirada hacia el Maestro. Para mí verdaderamente esta imagen constituye la síntesis de la vida de Juan Pablo II, ese camino que lo hará unirse cada vez más con el Maestro hasta verdaderamente hacerlo aparecer ante nuestros ojos como una única cosa con este Cristo que estrecha entre los brazos.

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ZENIT Staff

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