ROMA, domingo, 27 noviembre 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma, constató este sábado en un discurso dirigido a las familias de Roma y de la región una paradoja: los avances técnicos permiten el mapa del genoma y sin embargo se está perdiendo el mapa del sentido de la existencia.

«Más allá y antes de todo posible desarrollo económico, cultural, científico y tecnológico -dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana--, el futuro del hombre está ligado a su capacidad de redescubrir, custodiar y hacer crecer el bien primario e irrenunciable del amor humano».

En su intervención, dictada en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, el purpurado recordó los diez años de la encíclica de Juan Pablo II «Evangelium vitae» y el centenario de las bodas de los esposos Beltrame Quattrocchi (25 de noviembre de 1905), beatificados en 2001.

«Es paradójico, y al mismo tiempo muy significativo, que justo cuanto más fuerte se ha hecho la capacidad técnico-científica para intervenir en el ser humano, el hombre corra el riesgo de perder de vista el sentido y el valor de la propia vida», constató Ruini.

Y puso un ejemplo de actualidad: «Se está realizando el mapa del genoma humano, que ciertamente representa una gran adquisición, con consecuencias de gran interés para el futuro del hombre, pero justo ahora parece que se esté perdiendo el mapa del existir humano, que se estén perdiendo las coordenadas de la dignidad y del destino de la vida humana».

«Conocer más al hombre desde el punto de vista científico no equivale automáticamente a saber más sobre el valor y el sentido de su existencia, más bien la multiplicidad de los enfoques, con la tendencia a absolutizar el punto de vista de cada uno de ellos, puede hacer perder de vista lo más esencial», reconoció..

Como ayuda para superar estas contradicciones, el cardenal Ruini presentó el magisterio de Juan Pablo II sobre la familia, presentado, en particular, en la sus documentos «Redemptor Hominis», «Familiaris Consortio», «Mulieris Dignitatem», «Carta a las Familias» y «Carta a las Mujeres».

«Debemos agradecerle», afirmó, el haber desarrollado la «antropología adecuada» «que nos permite hoy comprender mejor, en sus diversos matices, los significados de la complementariedad y reciprocidad que califican la relación de amor entre hombre y mujer».