Mortalidad infantil: hechos, causas, soluciones

Por monseñor Francisco Gil Hellín

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BURGOS, sábado, 12 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con el título «Mortalidad infantil: hechos, causas, soluciones».

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Las cifras son aterradoras. Cada hora mueren más de 1.000 niños menores de 5 años y cada minuto 9 por causas asociadas  a la desnutrición. El Estado de Orissa, India, es una de las regiones más castigadas por la mortalidad infantil, pues mueren 250 ó 300 por cada mil nacidos. Puede darnos una idea de esta escalofriante cifra, saber que en España el porcentaje es 4 por mil.

Las cifras se hacen todavía más dramáticas si tenemos en cuenta que, según UNICEF, la muerte de los 24.000 niños menores de 5 años que fallecen cada día, se debe a causas que se pueden evitar fácilmente; y que de los 9 millones de muertos al año, cuatro millones tienen lugar en la primera semana de vida.

Las causas de la mortalidad infantil son, fundamentalmente, las siguientes: el hambre y la malnutrición, la falta de preparación de las madres y de los padres, la falta de salud de las madres, la falta de personal sanitario, algunas enfermedades como la malaria y el sarampión y las infecciones y falta de higiene. La malnutrición es la causa principal, pues produce un tercio de la mortalidad infantil.

Según esto, erradicar la pobreza y el hambre es un objetivo fundamental para reducir la mortalidad infantil. Para ello es preciso dar prioridad a la nutrición neonatal, invertir en la capacitación de personal cualificado, fomentar la preparación de las madres, universalizar la higiene, el saneamiento y el acceso al agua, extender el acceso a las vacunas y mejorar la salud de las mujeres, especialmente la de las madres.

Ante el dramatismo de los hechos y las cifras, cabe preguntarse: ¿hay lugar para la esperanza? Afortunadamente, la respuesta es afirmativa. Porque se van logrando resultados y porque la mayoría de las muertes se pueden evitar adoptando medidas sencillas, eficaces y económicas.

Por ejemplo, a corto plazo se está utilizando el RUTF, un alimento terapéutico que contiene los 40 nutrientes esenciales necesarios. Gracias a él se consigue que se recuperen cerca del 90% de niños y es fácil de ser administrado, pues se encargan las madres sin necesidad de que haya una supervisión médica. A medio plazo hay proyectos que están dando buenos resultados y no son difíciles. Así, en Brasil funciona uno muy eficaz y no complicado. En África Subsahariana se están aplicando algunas medidas clave para garantizar la supervivencia infantil.

Hace más de cincuenta años que MANOS UNIDAS le declaró la guerra al hambre y a la pobreza, como raíces de muchas de las causas por las que mueren los niños. La campaña de este año se inscribe en este marco, pero tiene el objetivo concreto de reducir la mortalidad infantil. El cartel que lo anuncia es tan sencillo como impactante: un niño, un plato vacío y el lema «Su mañana es hoy». El plato vacío representa el pensamiento y la principal preocupación diaria de gran parte de la población del mundo. La imagen de este plato remite simbólicamente al tipo de alimentación de los países desarrollados, donde la alimentación es abundante y equilibrada. El niño se encuentra en un paisaje vacío, sin recursos, solo frente a su soledad. El lema apunta a que el mañana de cada niño y niña empieza nueve meses antes de dejar el seno materno; por lo que, garantizar la buena alimentación de la madre es ya estar luchando contra la muerte de su hijo.

Desde aquí quiero hacer un llamamiento a la caridad cristiana y a la generosidad. Aunque estemos en una situación de crisis, somos inmensamente ricos si nos comparamos con los países que sufren el hambre y la altísima mortalidad infantil. Ayudar generosamente a Manos Unidas es un modo concreto de ser agradecidos a Dios y hacer más humana nuestra sociedad.

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ZENIT Staff

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