«En los santos no se distingue entre payos y gitanos»

La Delegación española que viajó al Congreso Mundial de Budapest valora la religiosidad de los gitanos

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MADRID, 8 julio 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Los españoles que han participado en el Congreso mundial de pastoral gitana promovido por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, celebrado en la ciudad de Budapest entre el 30 de junio y el 7 de julio han vuelto a España con la esperanza de que la comunidad gitana sea conocida e integrada en la Iglesia.

Guadalupe Romero, responsable del Departamento de Pastoral Gitana de la Conferencia Episcopal Española (CEE); Antonio Jesús Heredia Cortés, un sacerdote gitano de 33 años ordenado hace un año; y Alfredo Escudero, también gitano y laico; han formado parte de la Delegación española que viajó al Congreso de Budapest.

Los tres han hecho algunas declaraciones a la Agencia Veritas, en las que valoran su asistencia al Congreso, así como algunos aspectos relacionados con la pastoral gitana en España.

A diferencia de los países del Este, e incluso de las de Francia o Italia, «nuestros gitanos son sedentarios, generalmente están más promocionados que en otros países, aunque, como recoge el documento de los obispos «La Iglesia de España y los gitanos» todavía hay un alto porcentaje de marginados», dice la responsable de Pastoral Gitana de la CEE.

«Nuestra pastoral no ha sido adaptada para el mundo gitano», reconoce Romero. «Hay un hecho diferencial importante, de los 600.000 gitanos que hay en España, unos 80 o 90.000 son evangélicos. Las sectas son un problema serio que hay que estudiar».

El sacerdote Antonio Heredia cree que «el gitano es muy sentimental y apasionado, hace la alabanza a Dios con sus cinco sentidos, con el cuerpo y con el alma, con el cante, con los sentimientos, sacan la pasión de lo hondo». Por eso, añade: «muchos gitanos van a la iglesia evangélica».

Heredia cree que «el gitano vive la fe en la alabanza del día a día, de lo que está viviendo, del hoy» y que «la Iglesia necesita recuperar esta dimensión». El sacerdote cree que la Liturgia tiene que hacer posible «que el cristiano exprese la fe desde su cultura».

Por su parte, el laico Alfredo Escudero dice que «el gitano es muy creyente, yo no conozco a ningún ateo».

Escudero coincide con Cortés en que «el gitano vive su vida cristiana del día a día, es una vida de comunión con Dios» y explica que la simpatía de los gitanos por los «Aleluyas» (como conocen los gitanos a la denominación protestante «Iglesia Evangélica de Filadelfia»), responde a que allí «se mezcla la doctrina con las costumbres de los gitanos, los coros flamencos, la alabanza…».

Según Guadalupe Romero lo importante es llevar a cabo «una pastoral que tenga en cuenta la peculiaridad del pueblo gitano; como ha dicho el documento de los obispos, se trata sobre todo de un trabajo de sensibilización».

«No todos están convencidos de esto, tampoco muchos sacerdotes, obispos y medios de comunicación», añade.

Alfredo Escudero cree en este sentido que «hay que sensibilizar a los párrocos y a los católicos». «La Iglesia tiene abiertas las puertas, pero los gitanos se limitan a respetarla, no sienten su cultura identificada».

Para la responsable de Pastoral Gitana de la CEE, la labor asistencial realizada con los gitanos, muchas veces a través de Cáritas, no es suficiente. «No se trata de caridad, sino de evangelización, de una evangelización adecuada», añade.

El sacerdote Antonio Heredia coincide con esta apreciación y cree que en el documento aprobado por los obispos «se recoge que la Iglesia, con el cariño y respeto que tiene a los gitanos, sin embargo los ha tratado como pobres y no como necesitados de Dios».

Heredia sostiene que uno de los aspectos más «revolucionarios» del Congreso de Budapest es el haber puesto de manifiesto que «gitano y pobre no es lo mismo». «El gitano es una persona contemplativa que tiene necesidad de satisfacer el hambre de Dios», añade.

Recordando la vida del gitano beatificado por Juan Pablo II, Ceferino Jiménez Malla, «El Pelé», el padre Heredia dice que «los santos no son bichos raros, la suya fue la vida de un hombre sencillo que pasó haciendo el bien, en esto no hay distinción entre payos y gitanos».

«Se encontró con Cristo y cambió su vida», dice el sacerdote, y recuerda también que en Almería ya se ha abierto el proceso de beatificación de Emilia Fernández, una gitana laica que murió en la guerra civil española.

Heredia cree que es necesario superar los prejuicios respecto a los gitanos. «No nos llenemos de prejuicios, dice. Antes de hablar de una comunidad de hombres hay que tener una experiencia de ella, con prejuicios no se alcanza la posibilidad de conocerlos. El sentir de las personas hacia los
gitanos cambiaría si los conocieran», dice el sacerdote.

En este sentido se pronuncia también Escudero, quien dice «los gitanos somos los grandes desconocidos en España: los que roban, van con drogas. Ese es el estereotipo». Según este gitano «la pastoral tiene que dar a conocer a los gitanos dentro de la Iglesia y valorar su cultura».

Respecto a las vocaciones entre los gitanos, Guadalupe Romero dice que «España cuenta con tres sacerdotes gitanos, y que a las Jornadas Nacionales de Religiosas que se realizarán en el mes de septiembre acudirán al menos «dos religiosas gitanas, una de Granada y otra de Jerez». Recuerda a otra religiosa gitana de Sevilla que está trabajando como misionera en África.

Antonio Heredia se muestra sorprendido de que entre los asistentes de los 23 países asistentes al Congreso de Budapest sólo 14 hayan sido consagrados (entre sacerdotes, religiosos y religiosas).

Alfredo Escudero, por su parte, también cree que «faltan vocaciones religiosas entre los gitanos» y su explicación es que «el padre de un gitano no quiere que se pierdan las raíces, el primogénito varón es muy importante, por eso el tema del celibato no es comprendido».

La valoración que la delegación española ha hecho del Congreso de Budapest (reunido bajo el lema «Iglesia y gitanos: por una espiritualidad de comunión») ha sido «muy positiva».

Para el sacerdote Antonio Heredia, «el Congreso nos ha ofrecido la oportunidad de conocer gitanos de otros países y lenguas: de India, Brasil, Europa del Este». Y añade: «es la primera vez que me reunía con gitanos consagrados de otros países».

También Escudero ha valorado «la convivencia con los delegados de otras diócesis». Este laico ha expresado su satisfacción al «ver que hay sacerdotes y monjas luchando por la pastoral gitana, y sobre todo saber que monseñor Hamao (el arzobispo japonés Stephen Fumio Hamao, presidente del
Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes) quiere a los gitanos y ha organizado todo esto».

Según Alfredo Escudero «las Conclusiones del Congreso harán mucho bien, para reforzar las cosas de la Pastoral gitana que ya están en vigor en España».

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ZENIT Staff

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