Mensaje de Benedicto XVI al patriarca de Constantinopla

Con motivo de la fiesta de san Andrés

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 30 noviembre 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado Benedicto XVI a Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, con motivo de la fiesta de san Andrés, patrono de ese Patriarcado.

El mensaje ha sido entregado al patriarca por una delegación enviada por el Papa, encabezada por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

A Su Santidad Bartolomé I,
arzobispo de Constantinopla,
patriarca ecuménico

«¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros!
Os amo a todos en Cristo Jesús» (1 Corintios 16, 23-24)

Le escribo con gran alegría, Su Santidad, con motivo de la fiesta de san Andrés, el apóstol y hermano de san Pedro.

La delegación que envío, guiada por el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Su Eminencia el cardenal Walter Kasper, le lleva los saludos fraternos más cálidos de la Iglesia de Roma. Si bien hubiera querido estar presente para manifestarle personalmente mi afecto en el Señor y para rezar con usted, le transmito mi ferviente esperanza de alcanzar una comunión más profunda que supere los obstáculos que quedan entre nosotros y que nos permita celebrar juntos la santa Eucaristía, el único sacrificio de Cristo por la vida del mundo.

Este año conmemoramos el cuadragésimo aniversario del 7 de diciembre de 1965, día en el que el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, descontentos con lo sucedido en 1054, decidieron conjuntamente en Roma y Constantinopla «cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada». Aquel importante acontecimiento se convirtió en la base de una renovada relación, caracterizada por el recíproco respeto y reconciliación. Recordamos con alegría las inspiradas palabras pronunciadas en aquel día, en la catedral de El Fanar, por el querido Patriarca Atenágoras: «»Dios es amor» (1 Juan 4, 9): amor es la característica dada por Dios a los discípulos de Cristo, el poder que reúne en unidad a la Iglesia, y la fuente de su paz, armonía y orden, como una manifestación perpetua y brillante del Espíritu Santo» (Respuesta a la Declaración Común, 7 diciembre de 1965).

Esa cancelación marcó el principio de una nueva estación de vida eclesial, una estación de diálogo, que ha visto progresos significativos, si bien representa siempre un reto la búsqueda rigurosa de sus deseados objetivos. En este sentido, para mí es motivo de gran satisfacción el que después de una pausa de algunos años nuestro diálogo teológico se haya reanudado. Espero que sea verdaderamente fructuoso y estoy seguro de que no se ahorrará ningún esfuerzo para que así sea. Ninguno que pone su mano en el arado mira hacia atrás (Cf. Lucas 9, 62). Al contrario, debe perseverar y acabar su tarea sembrando la semilla y esperando una cosecha abundante que Dios proporcionará con su bondad. Con atención a lo que el Espíritu dice sobre las necesidades de las Iglesias hoy y en el futuro, le aseguro a Su Santidad y al Santo Sínodo, y a través de ustedes a todas las Iglesias ortodoxas, que la Iglesia católica sigue comprometida irrevocablemente en la promoción de todas las iniciativas apropiadas y provechosas para fortalecer la caridad, la solidaridad y el diálogo teológico entre nosotros.

En la alegría de la fiesta de san Andrés, santo patrono de la Iglesia de Constantinopla, renuevo a Su Santidad mi amor fraterno y le envío mi sentido abrazo de paz.

Vaticano, 26 de noviembre de 2005

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original ingles realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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