EREVAN, 27 septiembre 2001 (ZENIT.org).- La situación internacional actual exige escoger «entre el bien y el mal», afirmó Juan Pablo II este jueves en una declaración conjunta firmada junto al patriarca apostólico Karekin II antes de abandonar Armenia.

El documento de los líderes de las dos Iglesias separadas desde hace 1.500 años no hace referencia explícita a los trágicos atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre; afronta más bien el escenario mundial de inicios de milenio en su globalidad.

«Especialmente hoy, la complejidad y los cambios de la situación internacional requieren optar entre el bien y el mal, entre la oscuridad y la luz, la humanidad y la inhumanidad, la verdad y la falsedad», explica la declaración conjunta que los máximos representantes del catolicismo y de catholicosado armenio firmaron en la catedral de Etchmiadzin, comúnmente conocida como el Vaticano del Cáucaso.

«Rezamos para que la luz salvadora de la fe cristiana brille para los débiles y los fuertes, para las naciones desarrolladas y en vías de desarrollo de este mundo», afirman el Catholicós de los armenios y el Obispo de Roma.

«Los actuales desafíos del derecho, de la política, de la ciencia y de la familia tocan el auténtico sentido de la humanidad y de su vocación», continúan constatando. «Constituyen un llamamiento para los cristianos de hoy --como sucedió con los mártires de otras épocas-- a dar testimonio de la verdad a pesar de que implique el riesgo de pagar un precio elevado».

«Este testimonio será más convincente si todos los discípulos de Cristo profesan juntos la única fe y sanan las heridas de la división entre ellos», aseguran Juan Pablo II y Karekin II.

Roma y el patriarcado apostólico armenio superaron en 1996 las diferencias teológicas sobre la naturaleza de Cristo que dieron origen a la división entre las dos Iglesias. La comunión plena entre católicos y cristianos apostólicos armenios sólo se ve impedida ahora por el reconocimiento práctico del primado del Papa.

Por eso, los dos líderes concluyen su declaración conjunta afirmando: «Aquí, en la Santa Etchmiadzin renovamos nuestro compromiso solemne de rezar y trabajar para que llegue cuanto antes el día de la comunión entre los miembros del rebaño de Cristo, con auténtico respeto de nuestras respectivas tradiciones sagradas».