El párroco secuestrado, «apóstol de los pobres»; según la prensa

El padre Orjuela, de 78 años, ha tenido un papel activo en la pacificación

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BOGOTÁ, 13 noviembre 2002 (ZENIT.org).- El padre Desiderio Orjuela ha dedicado 44 de sus 78 años de edad a la misión religiosa. Todos ellos, en la población de Pacho (Cundinamarca), donde ha dejado un rastro de entrega y conciliación.

El secuestro de Desiderio Orjuela, cuando acompañaba a monseñor Jorge Enrique Jiménez –obispo de Zipaquirá y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano– a unas confirmaciones de jóvenes, ha truncado por el momento su labor sacerdotal en Pacho.

El ejército atribuye la acción a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), en cuyas manos se encontrarían retenidos los dos desde el pasado lunes.

«Se quita el pan de la boca para dárselo a la gente más necesitada. En Pacho lo queremos y por eso pedimos que respeten su vida», dijo un habitante de esta población, al comentar su secuestro con la prensa local. El diario «El Tiempo» le calificaba este miércoles como «apóstol de los pobres».

Durante 42 años, el padre Orjuela desempeñó el cargo de rector del colegio Pío XII, labor que alternó con su actividad pastoral. Dejó la docencia hace dos años, cuando fue nombrado párroco de la iglesia San Antonio de Padua, en Pacho.

Este trabajo le llevó a convertirse en vicario apostólico de la diócesis de Zipaquirá para la región de Rionegro, que agrupa ocho municipios.

«No había semana en que no viajara a alguno de los pueblos de la provincia. Recorría las parroquias y sus comunidades, sobre todo las de El Peñón, Topaipí, Paime y la inspección de Pasuncha», relataron los feligreses este martes, mientras ofrecían una eucaristía por su pronta liberación, a la que asistieron más de seis mil personas.

Esta comunidad también valora al padre Orjuela como conciliador: «En la época del narcotráfico, cuando vivía Gonzalo Rodríguez Gacha –contó un habitante–, fue uno de los gestores de los diálogos que llevaron a un proceso de paz en la zona. Eso evitó muchas muertes».

También se dice que hace unos meses sirvió de mediador para evitar el destierro, por parte de grupos ilegales, del párroco de uno de los ocho municipios de la provincia.

Originario de Manta (Cundinamarca), el padre Orjuela ha realizado todo su apostolado en Pacho.

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ZENIT Staff

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