CIUDAD DEL VATICANO, 3 julio 2003 (ZENIT.org).- Una teología que no invita a la conversión a Cristo o que considera a todas las religiones como iguales vacía al cristianismo de todo su sentido, constató este jueves Juan Pablo II al encontrarse con un grupo de obispos de la India.
«Testimoniar a Jesucristo es el supremo servicio que la Iglesia ofrece a los pueblos de Asia», aseguró a los prelados de las provincias de eclesiásticas de Bangalore, Hyderabad y Visakhapatnama, que concluían su quinquenal visita «ad limina apsotolorum».
Por este motivo, aclaró, «toda teología de la misión que omita la llamada a una conversión radical a Cristo y niegue la transformación cultural, que esa conversión implica, falsea necesariamente la realidad de nuestra fe».
«En este sentido –aclaró el obispo de Roma–, reafirmamos que el diálogo interreligioso no sustituye la misión («missio ad gentes») sino que más bien forma parte de ella».
«Las interpretaciones relativistas del pluralismo religioso, que afirman que la fe cristiana no tiene un valor diferente al de cualquier otra creencia, vacían de hecho el cristianismo del corazón cristológico que le distingue», recalcó.
«Una fe alienada de nuestro Señor Jesús, único salvador, deja de ser una fe cristiana y teológica», reconoció Juan Pablo II.
Por último, advirtió que «una deformación más grande áun de nuestra fe tiene lugar cuando el relativismo lleva al sincretismo: construcción espiritual artificial, que manipula y distorsiona la naturaleza esencial, objetiva y reveladora del cristianismo».
«Lo que hace que la Iglesia sea misionera por naturaleza es precisamente el carácter definitivo y completo dela revelación de Jesucristo, como Hijo de Dios. Este es el fundamento de nuestra fe. Esto es lo que hace que el testimonio cristiano sea creíble», afirmó el Santo Padre con claridad, repitiendo este concepto en varias ocasiones.