MADRID, 7 octubre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Nuria Gispert Feliú, la primera mujer que accede a la presidencia de Cáritas Española, afirmó este martes que su nombramiento rompe prejuicios y demuestra que la Iglesia sí es capaz de seguir el ritmo de su época.
Según Gispert, ex-concejal socialista, seglar y anterior directora de Cáritas Barcelona, «es muy importante que la Conferencia Episcopal haya sido valiente y haya roto el esquema de que siempre haya estado un hombre al frente de Cáritas, cuando la mayor parte de los que trabajamos en la organización somos mujeres».
Gispert resaltó que «el último objetivo de nuestra organización es la evangelización, que se tiene que manifestar en la forma de atender a los pobres, para que esas personas realicen la experiencia de Dios», y ha apostado por la «continuidad» durante los próximos cuatro años de su gestión, destacando que «hemos avanzado mucho en la mentalidad y en la forma de trabajar en Cáritas».
La nueva presidenta sustituye en el cargo a José Sánchez Faba, de 80 años, que ha dirigido la institución de beneficencia en los últimos seis años. «No me cambio de casa; me cambio de habitación», aseguró Sánchez Faba, haciendo referencia a su reciente nombramiento como miembro del Consejo Pontificio «Cor Unum» y al trabajo que continuará desempeñando en la Comisión de Asuntos Jurídicos de Cáritas Internacional.
El presidente saliente subrayó «la identidad eclesial» de la organización, y ha asegurado que «perseguimos la opción por los más pobres desde la opción por Cristo». «Estamos siempre con los últimos, con aquellos con los que no brilla nuestra acción porque son los más olvidados».
De su sucesora alabó «su enorme espíritu de sacrificio; su conocimiento perfecto de la asociación y sus dotes de liderazgo».
Los obispos también han renovado por un nuevo período de cuatro años a Silverio Agea, jienense de 32 años, al frente de la secretaría general de la asociación. Agea, vinculado a los Cursillos de Cristiandad, destacó este martes el trabajo de Cáritas con los inmigrantes, «porque no existe un solo ser humano ilegal».
El secretario general añadió que «nuestra organización es la propia Iglesia católica, aunque estamos abiertos a trabajar con todos». «Cuando vemos a un pobre, no le preguntamos en qué cree, sino qué necesita».