ROMA, 10 octubre 2003 (ZENIT.org-).- «El dogma de la Inmaculada Concepción de María: problemas actuales e intentos de recomprensión» es el tema central del Simposio Internacional Mariológico que terminó este viernes en la Facultad Pontificia «Marianum» de Roma.
Según la teóloga Isabel Gómez-Acebo, «la Inmaculada es un buen motor para la evangelización, pues presenta una mujer moderna y activa, que vence el mal con el bien y que se empeña con su acción al servicio de los demás».
Gómez-Acebo, que es profesora de teología en la Universidad Pontificia de Comillas, aludió a la confusión entre el dogma de la Inmaculada y la concepción virginal de María: «Al 90% de los católicos cuando se les pregunta por la Inmaculada Concepción de María piensan en la concepción virginal de María, y no en que María está ausente del pecado original».
Según esta teóloga laica, este hecho se debe entre otros factores a que «vivimos en una sociedad que está de espaldas al pecado».
La madre Rita Burley, presidente de la Unión Internacional de las Superioras Generales, confesó que «llevo el “sí” de María en mi corazón como un fuego que me impulsa a fiarme de Dios y a sostener los derechos de la mujer».
El arzobispo Angelo Amato, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidió la apertura del Simposio, que ha contado entre sus ponentes con Ignacio M. Calabuig, profesor del «Marianum»; Miguel Ponce Cuéllar, del Centro Superior de Estudios Teológicos de Mérida-Badajoz o Bernard Sesboϋé, miembro del «Groupe des Dombes».
El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para la causa de los Santos, presidió el acto de entrega del premio «R. Laurentin- Pro Ancilla Domini», entregado por el mismo monseñor René Laurentin al padre Cándido Pozo, S.J, teólogo español, profesor de la Facultad de Teología de Granada, experto en mariología.
El Simposio es una contribución de la Facultad Pontificia «Marianum» –dirigida por los Siervos de María– a las celebraciones del 150 aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción, definido por Pío IX el 8 de diciembre del 1854.