El Papa entrega el anillo a los nuevos cardenales, símbolo de su unión con Roma

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Cansado pero satisfecho, el pontífice culmina una semana de celebraciones

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CIUDAD DEL VATICANO, 22 octubre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II entregó este miércoles el anillo que representa la íntima unión con el obispo de Roma a los 30 nuevos cardenales en una concelebración eucarística que presidió en la Basílica del Vaticano.

Agotado tras una intensa semana marcada por las celebraciones del vigesimoquinto aniversario de pontificado, el Papa sólo pronunció personalmente algunas de las oraciones litúrgicas, dejando que celebrara la eucaristía el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio cardenalicio.

A pesar de las grandes dificultades de pronunciación que experimentaba, el mismo Papa leyó la fórmula en latín de entrega del anillo cardenalicio en la que dirigiéndose a los nuevos purpurados, afirmaba: «Recibid el anillo, signo de dignidad, de celo pastoral y de una más firme comunión con la Sede de Pedro».

«Recibe el anillo de la mano de Pedro y sé consciente de que con el amor del príncipe de los apóstoles se refuerza tu amor a la Iglesia», añadió.

Pasaron a continuación, uno tras otro, los purpurados para recibir de manos del pontífice esta particular «alianza». El rostro de Juan Pablo II brilló con una espontánea sonrisa de manera particular al encontrarse frente a su amigo de estudios en Roma tras la segunda guerra mundial, el cardenal Gustaaf Joos, teólogo y párroco de un pueblo de la Bélgica flamenca. El nuevo cardenal besó después a su amigo de juventud.

La celebración tuvo lugar en la basílica de San Pedro pues la lluvia azotó sin parar durante toda la mañana la plaza vaticana, donde, según el programa, debía celebrarse. Conmomoró el vigesimoquinto aniversario del inicio de este pontificado. El cardenal Karol Wojtyla había sido elegido sucesor del apóstol Pedro el 16 de octubre de 1978.

La homilía preparada por el Papa, en la que en ocasiones dejó espacio a las confidencias, como en celebraciones anteriores, fue leída íntegramente por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.

Consciente de los 68 países de los que proceden los purpurados, el pontífice constató que «según una antigua tradición, el sucesor de Pedro se sirve de manera particular de la colaboración de los cardenales». Y constató: «En su Colegio se refleja la universalidad de la Iglesia, único pueblo de Dios arraigado en la multiplicidad de las naciones».

Expresó, a continuación, su «reconocimiento por la válida ayuda que me ofrecéis» y les recordó que el anillo «es símbolo del renovado vínculo con el que os unís a la Iglesia y al Papa, su jefe visible».

El obispo de Roma, como lo había hecho en el consistorio de creación de cardenales, veinticuatro horas antes, subrayó que el color rojo púrpura del capelo cardenalicio simboliza la disponibilidad de los cardenales para derramar la sangre en fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

«Jesús anunció claramente que la persecución de los apóstoles y de sus sucesores no sería un hecho extraordinario», recalcó. «Si en ocasiones se hace presente el temor o el desaliento, que sirva de consuelo la consoladora promesa del divino Maestro: «En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo»».

En la oración de los fieles se rezó en castellano (por Juan Pablo II), en swahili (por todos los cardenales), en vietnamita (por las Iglesias particulares de origen de los nuevos purpurados), en árabe («por los que sufren a causa de la guerra y la injusticia»), en hindi (por el testimonio cristiano de los jóvenes), y en polaco (por todos los presentes).

Una vez recibido el capelo y el anillo, los cardenales tomarán posesión en los próximas semanas o meses de las iglesias de Roma que les ha asignado el Papa, que simbolizan la participación de los purpurados en el clero de la Ciudad Eterna, de la que es obispo Juan Pablo II.

Con la celebración eucarística terminó el noveno consistorio de este pontificado. El colegio cardenalicio queda compuesto por 194 cardenales, además de uno «in pectore» (secreto), de los que 135 pueden elegir al futuro Papa al tener menos de 80 años.

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ZENIT Staff

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