Cardenal de Honduras: El Papa, «maestro de oración»

Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga indica los principales rasgos del pontificado de Juan Pablo II

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ROMA, 29 octubre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- El cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, SDB, hace un recorrido por los 25 años de pontificado de Juan Pablo II y revela los desafíos de la Iglesia del Tercer Milenio.

Nacido el 29 de diciembre de 1942 en Tegucigalpa, Honduras. Estudió primaria y bachillerato en el Instituto Salesiano de San Miguel. El 3 de mayo de 1961 ingresó a la Sociedad de San Juan Bosco (Salesianos).

Se graduó como maestro de educación primaria en 1962 en la Normal Masferrer de El Salvador, y como maestro de educación media en física y matemáticas, ciencias naturales y química en el año de 1965. Ese mismo año obtuvo la licenciatura en filosofía en el Instituto Don Rúa de El Salvador.

Fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1970 en Guatemala. Nombrado Obispo titular de Pudenziana y Auxiliar de Tegucigalpa, el 28 de octubre de 1978. Consagrado obispo el 8 de diciembre de 1978 y promovido a la sede metropolitana de Tegucigalpa, el 8 de enero de 1993. Ha sido Secretario General y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Creado cardenal el 21 de febrero del 2001; recibió la birreta roja y el título de Santa María de la Esperanza.

«El desafío más grande es la nueva evangelización para mayor justicia, para mayor solidaridad y la búsqueda de la paz en el diálogo», afirma monseñor Rodríguez Madariaga en esta entrevista concedida a Veritas al concluir los actos del noveno Consistorio y las celebraciones del vigesimoquinto aniversario de este pontificado.

–¿Qué supone para su vida ser cardenal?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Lo vivo como lo he vivido en estos 25 años de obispo, como un servicio de amor. Soy muy feliz sirviendo a mi pueblo. Es un pueblo pobre, un pueblo humilde, un pueblo con tantas dificultades y problemas. Pero siento que es la heredad que el Señor me ha dado y me siento muy feliz ahí.

Ciertamente, el desafío más grande es la Nueva Evangelización para mayor usticia, para mayor solidaridad y la búsqueda de la paz en el diálogo. Esto es uno de nuestros empeños y, claro, me siento muy feliz de servir.

–¿Qué desafíos debe asumir la Iglesia del Tercer Milenio?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Me parece que tenemos que recobrar el ímpetu misionero. Nosotros no estamos simplemente en un club de selectos. Los cristianos católicos creo que tenemos el reto grandísimo de poder hacer una cultura en la cual demos testimonio de los valores del Evangelio, que prácticamente se van marginando de la cultura, para que esos valores sean asumidos por la cultura de hoy; sobre todo la ética es un elemento esencial que debe recobrarse en la vida. No se trata de proselitismo, sino que se trata de testimonio. Y creo que en esto tenemos un campo muy amplio para la Nueva Evangelización.

–¿Qué rasgos destacaría de los 25 años de pontificado de Juan Pablo II?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: En primer lugar, esa dimensión misionera. Él descubrió, me parece a mí, yendo a Puebla en 1979 –fue su primer viaje evangelizador– el potencial enorme de su presencia en todos los continentes y en todos los países.

Ha sido un misionero moderno. Ha llevado el evangelio y se ha acercado al Pueblo de Dios. Nadie soñaba con ver al Papa de cerca y él lo ha hecho posible a través de grandes sacrificios, porque todo el mundo dice que bello es viajar, pero viajar como viaja el Papa no es ninguna lotería, sino al contrario, es un cansancio y un trabajo enorme. Éste es el primer rasgo que destacaría.

El segundo, la animación de la juventud. Ha sido verdaderamente «un joven de 83 años», como dijo. Ciertamente, esa animación ha producido en la juventud un entusiasmo muy grande, que se nota. En mi país, por ejemplo, después de la visita del Papa empezaron a crecer las vocaciones al sacerdocio, cosa que antes teníamos con mucha dificultad.

Luego, me parece que el ecumenismo. Ha sido un hombre valiente para abrir las puertas de la Iglesia y los brazos de la Iglesia con amor, incluso pidiendo perdón por los errores que se cometieron en el pasado. Cualquiera hubiera dicho: «Yo no tengo nada que ver con eso, porque yo no viví en ese tiempo». Y, sin embargo, él ha sido valiente para hacerlo. Y hay muchos otros aspectos, pero yo señalaría, fuertemente, que ha sido un maestro de oración. Especialmente para nosotros los obispos, cuando le visitamos para entrevistarnos con él o para alguna comida.

He tenido la dicha de compartir su mesa muchas veces, porque fui presidente del CELAM y también fui secretario general. Cada vez que íbamos a su mesa, teníamos por lo menos 20 minutos de oración en su capilla privada con él, antes y después de la comida. Luego, verle celebrar la Santa Eucaristía, verle orar cuando llegamos a su capilla para concelebrar con él, es verdaderamente contemplar el rostro de Dios.

Siento que esto ha sido otro de los enormes rasgos. También señalaría todo el impulso dado a la Doctrina Social de la Iglesia, que ha hecho que levante la frente y no sea vista como cualquier teoría, sino como una fuerza capaz de derrumbar los muros, el de Berlín, y otros que tienen que seguir cayendo.

–¿Qué se le puede pedir al próximo Papa?

–Cardenal Rodríguez Maradiaga: Lo primero, que sea un hombre de Dios, porque eso es lo más importante. La Iglesia no es una institución simplemente humana. Es humano-divina y el Fundador de la Iglesia y quién guía la Iglesia es el Espíritu Santo. Entonces, para mí, la primera cualidad tiene que ser esa: Estar en sintonía con Dios y responder a los llamados del Señor.

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ZENIT Staff

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