ROMA, 30 octubre 2003 (ZENIT.org).- Intelectuales, disidentes y sociólogos de distintas universidades chinas afirman que «lo que China necesita es el cristianismo, porque da un sentido absoluto al individuo y crea una mentalidad de amor y de caridad que alienta realmente a servir al pueblo».
Así lo constató este jueves el misionero y periodista Bernardo Cervellera en una rueda de prensa en la librería Ancora de Roma, en la que presentó su libro sobre China, «Misión China: viaje al imperio entre mercado y represión», editado por el momento en italiano por Ancora.
«El 75% de los estudiantes universitarios de Pequín y Shanghai está interesado en el cristianismo», explicó el padre Cervellera, director de la agencia de información «Asia News».
«El cristianismo ayuda a fundamentar la libertad y a servir realmente al pueblo, que era el lema de Mao-Tse-tung, pero que con el marxismo no se realizó», asevera Cervellera, que durante el quinquennio1997-2002 dirigió la agencia «Fides» de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.
«Con el cristianismo, se aportaría más esperanza a China, especialmente entre los jóvenes, que sufren una caída de ideales espantosa y por esto muchos de ellos optan por el suicidio», aseguró. De hecho, China ostenta uno de los porcentajes más altos en suicidios del mundo.
En relación a la libertad religiosa, este misionero del PIME (Pontificio Instituto Misiones Extranjeras) aclaró que este derecho humano «incluye la posibilidad de asociarse o de tener contactos a nivel internacional, y esto hoy por hoy no existe en China».
En este sentido, Cervellera, que fue profesor en la Universidad de Pequín hizo un llamamiento a los inversores económicos para recordarles que «no pueden solo buscar ganancias rápidas sino que tienen que preocuparse por los derechos humanos».
Este «vínculo entre empresa y ética es una necesidad», insistió Cervellera, que ha puesto como ejemplo el doctor John Kamm, un católico norteamericano que desde hace 15 años asesora a empresas multinacionales que invierten en China y les pide que en el contrato metan condiciones éticas, como un salario digno para los estándares chinos, un comedor limpio, dormitorios para un máximo de seis persones o la liberación de la cárcel de algún disidente, incluidos los obispos.
«El doctor Kamm ha conseguido liberar a más de 500 personas con estas cláusulas éticas en los contratos empresariales», reveló el autor.