Como en anteriores ocasiones, la polémica no se ha hecho esperar. Algunas voces políticas acusan a senadores, diputados y miembros del gabinete de presidencia de la República de invadir los campos de la política con la profesión de la fe católica.

La ambigüedad de las leyes mexicanas hace posible que un funcionario público que asista a misa «en calidad de funcionario público» puede ser objeto de una sanción. Los políticos tienen --entonces-- que asistir a misa en calidad «de personas», es decir, fuera del tiempo del ejercicio de su cargo.

Si bien es cierto que aún no se tiene la confirmación de qué políticos asistirán a la misa en honor de su santo patrono, las listas de los asistentes habituales señalan, entre otros, al actual ministro del Trabajo, Carlos Abascal Carranza, o a la senadora del Partido de Acción Nacional Cecilia Romero.

Justamente ha sido Cecilia Romero la encargada de girar invitaciones a los políticos de todas las formaciones partidistas para que asistan a la Eucaristía, que será presidida --en la parroquia de Santo Tomás Moro, al sur de la Ciudad de México-- por el cardenal Norberto Rivera Carrera.

«El acto --dijo Romero--, estará organizado por políticos y legisladores con distintas filiaciones partidistas y se busca que dichos funcionarios públicos, a imitación de Santo Tomás Moro, trabajen por servir a México desde sus respectivos cargos».

Ciudadano ejemplar, gran canciller y católico defensor del poder espiritual ante el poder civil, además de mártir por la fe, Santo Tomás Moro es, también, patrono universal de los parlamentarios. Su agudeza, ingenio, sabiduría y buen humor han salpicado cientos de biografías.

Ahora, según los organizadores, se trata no sólo de pedirle su protección, sino de que guíe a un parlamento como el mexicano que se encuentra en negociaciones empantanadas para sacar adelante asuntos prioritarios de la agenda nacional.