Perder el celibato sacerdotal sería un «serio error», advierte el cardenal Pell

No es la solución al descenso de vocaciones sacerdotales

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 12 octubre 2005 (ZENIT.org).- El cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, tomó la palabra ante el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía para advertir que para la Iglesia católica de rito latino sería un «serio error» perder la tradición del celibato sacerdotal.

El purpurado australiano reconoció que en su país, al igual que en Nueva Zelanda, se da un descenso de vocaciones sacerdotales y al mismo tiempo una cierta confusión ante la manera en que ha tenido lugar la proliferación de ministros de la Eucaristía.

«Mis recomendaciones al Sínodo sobre cómo afrontar estas «sombras» presupone el mantenimiento en la Iglesia latina de la antigua tradición y la disciplina del celibato obligatorio para el clero diocesano y para las órdenes religiosas», afirmó el cardenal.

«Perder esta tradición ahora sería un serio error, que provocaría confusión en las zonas de misión y no reforzaría la vitalidad espiritual en el primer mundo», constató.

«Representaría un alejamiento de la práctica del mismo Señor, acarrearía graves desventajas prácticas para la acción de la Iglesia –es decir, financieras– y debilitaría el significado de «signo» del sacerdocio; debilitaría además el testimonio del sacrificio por amor y de las realidades últimas, incluido el premio del Cielo», advirtió.

«Deberíamos recordar la situación de la Iglesia de hace quinientos años, antes de la Reforma –dijo–. Era una pequeña, débil comunidad separada de Oriente. La enorme expansión de entonces y la purificación de los superiores de la Iglesia (imperfecta pero sustancial) tuvieron lugar sobre todo gracias a la vida célibe de hermanas, hermanos y sacerdotes».

En este sentido, el cardenal que prepara las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud de 2008, consideró que «los recientes escándalos sexuales no han invalidado estos logros».

Por lo que se refiere a la proliferación de ministros de la Eucaristía, el purpurado pidió al Sínodo que prepare una «lista de sugerencias y criterios para reglamentar el servicio de la Eucaristía, sobre todo el domingo».

Según Pell el término «liturgias en espera de sacerdote» es mejor que el de «liturgias sin sacerdote». Aclaró que no puede existir un término como «liturgia dirigida por laicos» pues «los laicos sólo pueden guiar las oraciones de devoción y las paraliturgias».

El cardinal aplaudió la sugerencia de monseñor Pierre-Antoine Paulo, O.M.I., arzobispo coadjutor de Port-de-Paix (Haití), quien propuso ante el Sínodo utilice el término «ministros especiales de la santa Comunión» en vez del de «ministros de la Eucaristía».

«Los servicios eucarísticos o las liturgias de la Palabra no deberían sustituir a la misa cuando hay sacerdotes disponibles. Estas sustituciones innecesarias no están motivadas con frecuencia por el hambre del Pan de Vida, sino por la ignorancia y la confusión, o incluso por la hostilidad por el sacerdocio ministerial y los sacramentos», denunció.

«¿Hasta qué punto las celebraciones regulares de los servicios eucarísticos, domingo tras domingo, representan un desarrollo o una distorsión, una «protestantización» que corre el riesgo de confundir incluso a quien va regularmente a misa?», preguntó por último.

Isidro Catela, portavoz en el Sínodo para los periodistas de habla española, explicó que ninguno de los obispos de la Iglesia católica de rito latino que han tomado la palabra en el Sínodo han propuesto cambios en la actual disciplina que establece el celibato para los sacerdotes.

Catela aclaró que los únicos que han hablado de la ordenación de sacerdotes casados como de una riqueza han sido los obispos y patriarcas de Iglesias orientales unidas a Roma, en donde hay sacerdotes casados. En estas Iglesias, sin embargo, los obispos deben ser necesariamente célibes.

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ZENIT Staff

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