WASHINGTON, jueves, 20 octubre 2005 (ZENIT.org–El Observador).- La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), junto con 37 organizaciones religiosas nacionales, ha exigido al Congreso de este país una reforma migratoria «que establezca un sistema de inmigración seguro y humanitario», coincidente con la tradición estadounidense de recibir a migrantes de todo el mundo.
Citando pasaje de la Biblia y el Corán el acuerdo interreligioso dirigió su atención hacia los legisladores para urgirles a enfrentar «las dimensiones morales de toda política pública» y tomen las previsiones necesarias y suficientes para «profundizar en políticas que ensalcen la dignidad de cada persona humana».
A las 38 organizaciones nacionales firmantes de este acuerdo, se sumaron 69 organizaciones religiosas locales, incluyendo numerosas órdenes religiosas y grupos caritativos católicos de las diócesis del país. También firmaron el acuerdo numerosos líderes religiosos, entre ellos el arzobispo de Chicago, cardenal Francis George; el obispo de San Bernardino, Gerald Barnes, presidente del Comité de Migración de la USCCB, el obispo de Brooklun, Nicholas DiMarzio, el obispo de Tucson, Gerald F. Kicanas, el obispo de Orlando, Thomas, G. Wenski y el obispo auxiliar de Orange, Jaime Soto.
Los puntos de acuerdo incluyen un reconocimiento del duro trabajo que llevan a cabo los trabajadores migrantes, así como su contribución específica a la economía de Estados Unidos. Esto exige, dicen los firmantes, que «salgan de la sombra», que regularicen su estatus migratorio y tengan la opción de poderse convertir en ciudadanos bajo la ley y, eventualmente, residentes de Estados Unidos.
También exigen reformas para que los trabajadores no pasen tanto tiempo separados de sus familias; la apertura de alternativas para los inmigrantes y sus familias de entrar con seguridad a el país del Norte, siendo protegidos sus derechos, mediante un programa de trabajo transitorio y, sobre todo, la humanización de la frontera con México, sitio actual de una enorme tensión y violación constante de los derechos humanos.