ROMA, domingo 7 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Tanto en Italia como en Bulgaria, cientos de fieles y amigos han recordado en estos días a la reina Giovanna de Bulgaria, en la conmemoración de la primera década de su muerte, el pasado 26 de febrero.
Con una misa solemne en la basílica Santa Maria ad Marthyres el (Panteón de Roma), celebrada el 28 de febrero y organizada por la asociación “Giovanna y Mafalda de Saboya”, cientos de fieles honraron memoria a la reina. Entre los presentes se encontraban el príncipe Maurizio d’Assia, sobrino de Giovanna.
Tras una década de su muerte, la figura esta reina de la dinastía de los Saboya “sigue siendo muy querida en el corazón de muchos por el testimonio de una vida auténticamente cristiana hasta el heroísmo, y rica de las virtudes más altas”, según indicó a ZENIT el hagiógrafo, padre Riccardo Petroni, quien celebró la misa por su memoria en el Panteón y quien aseguró que son muchos los fieles que han pedido que se inicie su proceso de beatificación.
La capacidad de perdonar a quienes la exiliaron de su país al caer la monarquía, y la diligencia con la que actuó para impedir que los judíos de Bulgaria fueran conducidos al campo de concentración, son algunas de las acciones que mostraron la grandeza de corazón de la reina Giovanna.
Tanto ella como su esposo, el rey Boris II, arriesgaron su vida y su seguridad personal para proteger a los judíos de la deportación, y para brindarles un tránsito seguro hacia áreas que no estaban ocupadas por los nazis. “Gracias a ello ningún judío en Bulgaria fue deportado”, recuerda el padre Petroni.
La princesa Giovanna nació 13 de noviembre de 1907 en Roma, hija de Vittorio Emanuele III de Italia y de Elena Petrovich Nigeos, princesa de Montenegro. Cultivó un gran amor por las letras, la cultura, se preocupaba por la formación humana y cristiana.
La educación que le dio su madre la llevaron a no separar nunca la formación intelectual de la caridad, entendida como sentimiento de amor y compartir con el prójimo. Vivir el amor de Dios y participarlo a los demás.
“La libertad desciende de la moral cristiana, vive de generosidad y perdón”, dijo un día la reina.
De la mano de San Francisco
La reina Giovanna tenía una profunda devoción hacia San Francisco de Asís, tanto que se hizo terciaria franciscana, quiso que su matrimonio se celebrara en el pueblo natal del santo, y su cuerpo hoy está enterrado allí.
¿Por qué la devoción de una reina al sencillo santo de Asís? Porque cuando tenía 16 años tanto ella como su hermana Mafalda (quien posteriormente fue asesinada en el campo de concentración de Buchenwald), contrajeron un grave tipo de tifus.
Dos monjes de la Orden de Santa Clara las asistieron, y al ver su reverencia y cuidado, ellas quedaron muy impresionadas con la espiritualidad franciscana. Los médicos dijeron que no había nada que hacer y ella prometió que si era curada, sería siempre devota de San Francisco y su boda la celebraría en Asís.
Tanto ella como su hermana se recuperaron. Al año siguiente ambas peregrinaron a Asís para agradecer al santo por su intercesión.
Amiga del “Papa bueno”
Giovanna y su esposo, el rey Boris II de Bulgaria, con quien contrajo matrimonio en 1930, tuvieron una gran amistad con monseñor Angelo Giuseppe Roncalli, cuando era nuncio apostólico en Bulgaria entre 1925 y 1934, y que luego pasó a ser el Papa Juan XXIII.
Un día la reina de Bulgaria le dijo: “Mi marido y yo iremos a rendirle homenaje al Vaticano cuando usted sea Papa”, a lo que monseñor Roncalli respondió “¡Pobres mujeres cuando se engañan!”.
Diez días después de la elección del Papa Juan XXIII, Giovanna lo visitó en el Vaticano: “¡aquí está hecho realidad mi augurio del 3 de enero de 1935!”, le dijo la reina. “Como entonces, junto con mi marido, había prometido, aquí estoy, lamentablemente sin mi Boris (quien ya había muerto) pero con todos mis votos y de mis hijos María Luisa y Simeón”.
Reconocimientos en vida
Además del amor del pueblo por la reina Giovanna, tanto ella como su esposo recibieron algunos reconocimientos importantes a nivel mundial. La Cámara de Representantes de Estados Unidos les otorgó el título de “salvadores de los judíos búlgaros”. El galardón lo recibió el 12 de mayo de 1994 su hijo Simeón II, ex primer ministro de Bulgaria. El judaísmo mundial y la fundación nacional judía ha les otorgaron también la Legión de honor recibida igualmente por Simeón II.
En 1993 se cumplieron 50 años de la muerte del rey Boris, quien murió en plena II guerra Mundial, algunos historiadores afirman que envenenado por las fuerzas soviéticas. Giovanna visitó Bulgaria por primera vez desde el exilio. Su hija Maria Luisa narró luego este viaje:
“Llevamos una silla de ruedas pero no la utilizamos porque mi madre encontró una energía increíble. La gente la acogió con un calor que ni siquiera ella podía imaginar”.
“La nueva ideología impuesta a las nuevas generaciones”, prosiguió María Luisa “no logró eliminar la antigua cultura, las sanas aspiraciones nacionales, los viejos sentimientos que suscitaban los escritores y poetas de la Bulgaria libre. Y para el pueblo, continuaba siendo la madre de aquella Bulgaria”.
Por Carmen Elena Villa