BRUSELAS, martes 25 octubre 2011 (ZENIT.org).- Este 21 de octubre tuvo lugar un interesante coloquio en el Parlamento Europeo sobre el tema de “la fragilidad humana en la sociedad europea contemporánea”. Organizado por la Federación Europea de Asociaciones Médicas Católicas, el tema fue abordado no sólo desde el punto de vista médico sino también filosófico, económico, social y antropológico.
Contó el encuentro con un panel de oradores de gran calidad y un auditorio muy atento, informa la agencia belga catho.be.
El tema ganaba interés en la actual situación de crisis que vive Europa. Evocar la fragilidad del hombre puede ser un modo de cambiar de dirección en un mundo que, sin embargo, sólo habla de puesta en escena, goce, seguridad, éxito personal.
En la onda de la crisis financiera, que pone en evidencia la fragilidad del actual sistema bancario del viejo continente, el tema tenía una especial resonancia.
Médicos, economistas, filósofos, religiosos se sucedieron en la tribuna para hacer constataciones que impresionan.
“Se reconocen las fragilidades económicas y financieras. Nunca la fragilidad humana”, dijo el doctor Xerri, primer y último ponente de la jornada.
“El mundo moderno vive con el resentimiento de haber nacido”, completó poco más tarde monseñor Ide, citando a Hannah Arendt.
Mientras que, en la misma línea, Dominique Lambert, profesor de filosofía en Notre-Dame de Namur, habló de un hombre “que parece cansado de ser humano”. Peor todavía, habría, según el doctor Bernard Ars, un “riesgo de deriva eugénica de una medicina que no estaría ya interesada en las fragilidades”. “Cuando la conciencia de la fragilidad puede abrir fallas liberadoras”, añadió.
Por tanto una situación lejana al mensaje bíblico y evangélico, recordado por el hermano jesuita Edouard Herr. Como constató también el profesor De Woot: “Nuestro modelo económico actual deshumaniza a nuestras sociedades, y acrece esta deshumanización de manera sistémica”.
Y cuando este modelo económico se aplica a los servicios de salud, se asiste entonces a un abandono progresivo del “asumir el cuidado” para tan sólo cuidar, explicó por su parte el doctor Galichon, cuando estas dos facetas de la medicina deben darse en un continuum.
A pesar de este negro panorama, el coloquio no dejó un regusto pesimista. Se sentía en este coloquio, a pesar de todo, fe en el hombre, fe en el poder de los débiles. El de los recién nacidos es el más evidente recordó el profesor Le Pichon, en una intervención que fue la más conmovedora (con los “instantes frágiles” de Régis Defurnaux, un diaporama-testimonio sobre cuidados paliativos en el hogar San Francisco de Namur).
Especialista en geodinámica, el profesor Xavier Le Pichon subrayó la importancia de las debilidades y las imperfecciones en cualquier sistema vivo e incluso en la tectónica de placas (de la que es un especialista mundial). Mejor todavía, el autor del libro Aux racines de l’homme : de la mort à l’amour, subrayó sobre todo que una sociedad es humana cuando se ocupa de los que sufren.
Se recordó a este respecto el histórico descubrimiento de la tumba de Shanidar que permite a los paleoantropólogos afirmar que los neandertales, hasta ahora considerados como prehumanos, se cuidaban de sus heridos y se convertían de golpe por este hecho en humanos.
“Es el encuentro con el hombre que sufre lo que constituye la humanidad –explicó el profesor del Colegio de Francia–, y el hombre no cesa de reinventar su humanidad al tener que afrontar las fragilidades”.
Pierre Granier, autor de la crónica, concluye con una pregunta acuciante: “Nos atreveremos a dilapidar una tal herencia de al menos sesenta mil años?”
Por Nieves San Martín