Las razones que explican la revitalización del personalismo

Habla el fundador de la Asociación Española de Personalismo

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MADRID, jueves, 25 noviembre 2004 (ZENIT.org).- La revitalización que actualmente experimenta la filosofía personalista no sólo responde a la necesidad que tiene de esta antropología una sociedad multicultural y fragmentada, sino a la del propio cristianismo para presentar su mensaje al mundo contemporáneo.

Es la inquietud que dio origen a la Asociación Española de Personalismo (AEP), primera de estas características en España y en Europa, y a la celebración de las I Jornadas que ha convocado –desde una perspectiva multidisciplinaria– sobre «Itinerarios del personalismo: balance y perspectivas de una filosofía» en la Universidad Complutense de Madrid el 26 y 27 de noviembre (Cf. www.personalismo.org).

Karol Wojtyla (Juan Pablo II), la filósofa judía convertida al catolicismo –y carmelita descalza– Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz) o el conocido psiquiatra vienés Viktor Frankl se cuentan entre los representantes del personalismo, de cuyo alcance habla en esta entrevista concedida a Zenit el fundador y presidente de la AEP, Juan Manuel Burgos.

Doctor en Ciencias Físicas y en Filosofía, Juan Manuel Burgos ha dado clases en diversas universidades de Roma y Madrid. Es profesor en el Instituto Juan Pablo II y editor en Ediciones Palabra. Antropología, personalismo y familia han sido los principales temas de sus artículos y libros publicados.

–¿Qué es el personalismo?

–Juan Manuel Burgos: El personalismo es una corriente filosófica moderna y realista cuya tesis central es que la noción de persona es la categoría filosófica esencial en la elaboración de la antropología. Lo que se quiere decir con eso es que el personalismo no sólo habla de la persona, lo cual es una característica presente en otras filosofías, sino que su arquitectura conceptual está basada en esa noción tal y como se ha elaborado en el siglo XX. Además, el personalismo, concede especial relevancia a la afectividad, las relaciones interpersonales, la corporalidad, la diferenciación de la persona, dentro de una igualdad radical, en varón y mujer, el carácter narrativo de la existencia humana, el carácter donal y solidario de la persona, su apertura intrínseca a la trascendencia, etc.

–¿Cómo surge el personalismo? ¿Está vivo hoy?

–Juan Manuel Burgos: El personalismo surge en la época de entreguerras de la mano del conocido filósofo francés Emmanuel Mounier, que murió prematuramente en 1950.

Posteriormente se enriqueció y se extendió a otros países: Italia, donde goza de muy buena salud (Buttiglione, por ejemplo, es un filósofo personalista), Polonia, donde su principal representante es Juan Pablo II, pues antes de ser elegido Papa realizó una colosal labor como filósofo personalista, España, donde se pueden integrar en esta corriente a autores tan conocidos como Julián Marías, Laín Entralgo o Zubiri.

El personalismo sufrió un fuerte eclipse durante el convulso periodo de los años 70 y 80 por la influencia negativa de los epígonos descontrolados del post-concilio, el predominio cultural del marxismo, la revolución sexual y, en España, el convulso periodo de la transición. Pero actualmente se está revitalizando y ha cobrado un nuevo impulso.

–¿Es necesario el enfoque personalista en nuestros días?

–Juan Manuel Burgos: La actual revitalización del personalismo se debe precisamente a que muchas personas lo valoran como una realidad necesaria y sugerente. Diría que, fundamentalmente, por cuatro motivos. Es una filosofía interesante y con muchas potencialidades; es necesaria para hablar con profundidad de la persona, un concepto socialmente asumido pero, a veces, sólo de manera superficial; en nuestra sociedad multicultural y fragmentada se presenta como una antropología fuerte e integral que ofrece una visión completa y trascendente de la persona y, por último, creo que muchos intuyen que es la antropología que hoy necesita el cristianismo para presentar su mensaje al mundo contemporáneo. En este sentido, al hablar de personalismo, tengo la impresión de que muchos lo reciben con un cierto sentimiento de liberación, pues se presenta como un instrumento coherente con la doctrina de la Iglesia, pero desde la modernidad.

–¿A qué ámbitos o disciplinas puede llegar la filosofía personalista? ¿De qué manera?

–Juan Manuel Burgos: La filosofía personalista debe ahondar ante todo en el terreno puramente filosófico porque todavía no se ha superado completamente el eclipse de los años 70 y 80. Pero además, y sobre todo, debe explotar y sacar partido a la gran potencialidad de crecimiento que posee en ámbitos como la bioética, la filosofía del derecho, la economía, la filosofía de la educación, etc. Para lograrlo hace falta mucho trabajo intelectual en el marco de una comunidad científica. Este justamente es uno de los objetivos al que nos proponemos contribuir desde la Asociación Española de Personalismo, de reciente creación. Estas primeras Jornadas de reflexión científica son una muestra de ello.

–¿Qué hace falta para que el personalismo llegue al gran público?

–Juan Manuel Burgos: No tengo claro que el personalismo pueda llegar al gran público en general, pues se trata de una filosofía. Otra cuestión es que sus ideas se difundan capilarmente en la sociedad. Pero sin duda debe llegar al gran público de intelectuales. Para lograrlo hace falta ante todo una importante labor de difusión: cursos, publicaciones, seminarios, etc. Ya se está haciendo ese trabajo; en España, por ejemplo, se han publicado más de 100 libros sobre temas personalistas en los últimos años. Pero hace falta mucho más. Hay que trabajar, por lo menos, en dos líneas: formación del profesorado para que lo transmita a los alumnos de bachillerato y de universidad y desarrollo de una labor científica que le dé cada vez más peso y prestigio, facilitando así su expansión.

[Entrevista realizada por Marta Lago – ZENIT]

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ZENIT Staff

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