Papa: el Estado debe tutelar el papel de la religión en la esfera pública

Al recibir al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede

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ROMA, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- La dimensión religiosa favorece el auténtico progreso del país, y por ello es necesario tutelar su papel en el ámbito de la esfera pública. Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI al recibir al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Maria Greco, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales.

En su discurso al diplomático, el Papa afirmó seguir de cerca con la oración “las vicisitudes alegres y tristes” del país, augurando que el Señor pueda conservarle “el tesoro precioso de la fe cristiana” y “los dones de la concordia y de la prosperidad”.

Benedicto XVI recordó cómo “en la difícil fase histórica actual, nacional e internacional” las celebraciones del 150° aniversario de la unidad de Italia, ofrecen la ocasión para una “reflexión no sólo de tipo conmemorativo, sino también de carácter proyectual”.

Anteriormente, en su discurso de saludo al Papa, el nuevo embajador había afirmado que “el respeto de la laicidad del Estado no nos hace ciertamente sordos a la invocación de Vuestra Santidad de que toda decisión económica y política no prescinda de una dimensión moral”.

“Incluso los espíritus laicos más intransigentes – proseguía – no pueden negar de hecho ese papel público que la fe y la religión deberían tener en la governance y que permite, tanto al creyente como al no creyente, invocar la coherencia entre ética y política”.

Por esto, añadía, “estamos convencidos de que también la Iglesia puede contribuir a devolver una nueva energía a la comunidad nacional, manteniendo elevado un sentido de unidad de la nación al que hagan eco un federalismo solidario y una reforzada cohesión social”.

Esta solidaridad “no debe entenderse como desresponsabilización o asistencialismo – precisó Greco – sino como fuerza propulsora que empuje al hombre a comprometerse en la justicia y en la paz”.

El embajador mencionó después las relaciones de colaboración que ligan a ambos Estados, así como las consonancias en las intervenciones tanto en ámbito nacional como en la escena internacional. En particular, subrayó el compromiso común en la “lucha contra las discriminaciones religiosas y el diálogo intercultural e interconfesional” que se ha convertido para Italia en “la nueva frontera de su política exterior”.

Por su parte el Pontífice reafirmó que la Iglesia en Italia no busca “poder, privilegios o posiciones de ventaja económica y social”, sino sólo que se le asegure “el pleno ejercicio de la libertad religiosa” y se reconozca “el papel legítimo de las religiones y de las comunidades religiosas en la esfera pública”.

Además, la historia y la cultura italianas están “tan profundamente marcadas por la Iglesia católica”, observó, que cuando se ha intentado en el pasado negarlas o marginarlas “se causaron peligrosos desequilibrios y dolorosas fracturas en la vida social del país”.

A propósito de esto, el Papa se refirió al “intento de eliminar de los lugares públicos la exposición de los símbolos religiosos”, en referencia al caso elevado a la Corte de Estrasburgo por Soile Lautsi, ciudadana italiana originaria de Finlandia, que en 2002 había pedido al instituto Vittorino da Feltre de Abano Terme (Padua), al que asistían sus dos hijos, la retirada del crucifijo de las aulas.

El Papa expresó su aprecio al Gobierno italiano por haber actuado “de conformidad con una correcta visión de la laicidad y a la luz de su historia, cultura y tradición, encontrando en ello el apoyo positivo también de otros países europeos”.

El gobierno italiano, apoyado por otros veinte países entre ellos Rusia, presentó un recurso a la Cámara contra la decisión del 3 de noviembre de 2009 sobre el caso Lautsi, con la que la Corte europea de los derechos del hombre juzgaba la exposición del crucifijo en las aulas de la escuela pública como una violación de la libertad de pensamiento, conciencia y religión.

Finalmente, el Papa recordó que actualmente aún se producen “abiertas violaciones de la libertad religiosa” y por esto ha augurado que “crezca en todas partes la conciencia de esta problemática” y “se intensifiquen los esfuerzos para ver realizado, en todas partes y para todos, el pleno respeto de la libertad religiosa”.

Por Mirko Testa, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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