BALMACEDA, 31 octubre 2003 (ZENIT.org).- «Bendito tú, mensajero de la vida y de la paz»: inspiradas en este lema, las comunidades católicas de las zonas australes chilena y argentina se reunieron el pasado 25 de octubre en acción de gracias por el XXV aniversario del pontificado de Juan Pablo II.
A través de un mensaje, la Conferencia Episcopal de Chile se unió a esta Eucaristía y encuentro fraterno celebrado en Balmaceda recordando «los delicados momentos que vivimos los pueblos de Argentina y de Chile en los meses finales de 1978».
«Bien saben lo cerca que estuvimos de una contienda que habría significado dolor, destrucción, enemistad y huellas imborrables para nuestras historias», se leyó en el documento firmado por el obispo de Temuco –Manuel Camilo Vial Risopatron– en nombre del Comité Permanente del episcopado chileno.
«Ha transcurrido un cuarto de siglo desde aquella época en la que el Señor escuchó la oración de tantas familias y comunidades de un lado y otro de la cordillera de Los Andes, y puso a su Siervo el Papa Juan Pablo II como instrumento de Su Paz», evocó.
En efecto, «la generosa disposición del Santo Padre encontró buena voluntad en las autoridades y nos permitió superar las diferencias y firmar la paz para bien de todos».
En su mensaje, el episcopado chileno recordó también al cardenal Antonio Samoré, «quien por encargo del Santo Padre logró encauzar este delicado proceso en su fase inicial, la más compleja para el establecimiento del diálogo».
Estuvieron presentes en el encuentro fraterno y de oración del Vicariato Apostólico de Aysén (Chile) y de la diócesis de Comodoro Rivadavia (Agentina) los nuncios apostólicos de ambos países, respectivamente monseñor Aldo Cavalli y monseñor Adriano Bernardini.
Asimismo participaron el obispo vicario apostólico de Aysén, monseñor Luis Infanti, el obispo de Comodoro Rivadavia, monseñor Pedro Ronchino, y las autoridades civiles de la región de Aysén y de la provincia trasandina de Chubut.
