La paz internacional exige purificar la memoria; asegura el Papa

A través del perdón, aclara en un mensaje a historiadores

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CIUDAD DEL VATICANO, 31 octubre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II está convencido de que tanto la paz requiere la purificación de la memoria de países y pueblos, a través del perdón.

Constituye una «premisa indispensable para un orden internacional de paz», afirmó en un mensaje hecho público este martes a los participantes en un congreso organizado por el Pontificio Comité de Ciencias Históricas para conmemorar el centenario de la muerte del Papa León XIII.

El Santo Padre afirma que quien investiga sobre las raíces de los conflictos descubre que «las consecuencias funestas» que eventos del pasado siguen estando presentes.

«Con frecuencia –y esto hace que sea más compleja la situación–, estas memorias ‘contaminadas’ se han convertido en puntos de cristalización de la identidad nacional, y en algunos casos, hasta de la identidad religiosa».

«Por eso, hay que renunciar a toda instrumentalización de la verdad –explicó–. El amor de los historiadores por el proprio pueblo, por la propia comunidad religiosa, no debe entrar en conflicto con el rigor por la verdad elaborada científicamente. Es aquí donde inicia el proceso de la purificación de la memoria».

«Este esfuerzo por purificar la propia memoria conlleva tanto para los individuos como para los pueblos el reconocimiento de los errores por los que es justo pedir perdón», aclaró.

«Esto a veces exige mucha valentía y abnegación –reconoció el obispo de Roma–. Sin embargo, es la única vía a través de la cual grupos sociales y naciones, liberados del lastre de resentimientos antiguos, pueden unir sus fuerzas con lealtad fraterna y recíproca para crear un futuro mejor para todos».

En su mensaje el pontífice confiesa que «como León XIII, también yo estoy personalmente convencido de que el esclarecimiento, mediante la ciencia, de la verdad plena sobre los 2000 años de historia de la Iglesia, la beneficia».

Los historiadores, aclara, no pueden «ni acusadores ni jueces del pasado, sino que tienen que comprender con paciencia todas las cosas con la máxima profundidad y amplitud, para perfilar un marco histórico que se adhiera lo más posible a la verdad de los hechos».

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ZENIT Staff

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