Los milagros, vehículo de un mensaje de salvación

Habla monseñor Gutiérrez, relator de la Congregación para las Causas de los Santos

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ROMA, 20 octubre 2003 (ZENIT.org).- El elevado número de canonizaciones y beatificaciones del pontificado de Juan Pablo II –incrementado con la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta el pasado domingo– ha puesto en el centro de atención un aspecto que parece desafiar la razón: los milagros.

Para los teólogos, un milagro «es el vehículo de un mensaje salvífico, un prodigio extraordinario que suscita admiración. Un evento que va más allá de las leyes en la materia», si bien su finalidad «no es maravillar, sino transmitir un mensaje de salvación», explica monseñor José Luis Gutiérrez, relator de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos.

En su conferencia titulada «Los milagros en las causas de los santos, encuentro ciencia-fe», organizada entre las actividades del Master en Ciencia y Fe del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, en Roma, monseñor Gutiérrez se sumergió en las fases del proceso que conducen a la proclamación de santidad de un siervo de Dios, a cuya intercesión se atribuirán necesariamente milagros.

«La beatificación o canonización es un acto pontificio que se apoya en un estudio previo realizado por la Congregación para las Causas de los Santos», explicó monseñor Gutiérrez.

Se trata de un proceso que en el ámbito diocesano recoge las pruebas de las virtudes del candidato. «Se examinan los escritos y se oyen los testimonios sobre su vida», aclaró en su ponencia dictada el pasado martes.

Sobre la base de las actas del proceso se elabora un informe «que en jerga se denomina “Positio”» donde se recogen todas las pruebas. «Después se pasa por la consulta médico-científica para verificar la autenticidad del milagro», subrayó.

Posteriormente, toda la documentación «pasa por las manos de la consulta de teólogos –añadió monseñor Gutiérrez– y todo es cribado por el promotor de la Fe, ex abogado del diablo».

Finalmente, tras estas pruebas, todo el informe pasa a los obispos y a los cardenales para terminar llegando al Papa, quien, «teniendo en cuenta las pruebas y los pareceres de las diferentes comisiones, beatifica y canoniza», confirmó.

«En síntesis –recalcó el relator de la Congregación para las Causad de los Santos–, para dar vida a causas de beatificación y canonización tienen valor las pruebas, la fama de santidad y el milagro», y éste último punto se prueba a través de la comisión médico-científica y de la «certeza moral», porque el «acto milagroso debe haber ocurrido después de súplicas, oraciones o peticiones de intercesión».

En cualquier caso, desde el punto de vista doctrinal, monseñor Gutiérrez puntualizó que «sólo Dios realiza milagros; María y los santos interceden». Según Santo Tomás, «es milagroso lo que supera toda naturaleza creada y sólo Dios puede hacerlo».

La razón por la que Dios realiza milagros está en que «es un Padre muy atento a su familia, escucha las súplicas y se conmueve, e interviene por amor a sus hijos», concluyó monseñor Gutiérrez.

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ZENIT Staff

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