Sor Nirmala: La Madre Teresa ha hecho la santidad más cercana

Confesiones de su sucesora en la guía de las Misioneras de la Caridad

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ROMA, 19 octubre 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- La beatificación de la Madre Teresa de Calcuta es «el signo de que todos podemos ser santos», asegura su sucesora en la guía de las Misioneras de la Caridad.

Sor Nirmala Joshi, nació en 1934 en Ranchi, en el seno de una familia de bramanes inmigrada de Nepal. A los 24 años se convirtió del hinduismo al cristianismo y siguió las huellas de la mujer que le llevó a descubrir a Cristo.

Fue una de las primeras Misioneras de la Caridad que fundó casas de la congregación en el extranjero, en Panamá. Guió después misiones en Europa y Washington. Cuando en 1976 la Madre Teresa fundó la congregación contemplativa, confío a sor Nirmala la dirección.

En marzo de 1997, seis meses antes de la muerte de la fundadora, fue elegida para suceder a la Madre Teresa en la guía de las Misioneras de la Caridad.

–¿Cómo conoció a la Madre Teresa?

–Sor Nirmala: Era marzo de 1958. Toqué a la puerta y una hermana salió a abrirme. Le dije que quería hablar con la Madre Teresa. Al verla, lo primero que me impresionó fueron sus ojos. Pensé: «esta persona no pertenece a la tierra; pertenece al cielo».

–¿Qué significado tiene para usted la beatificación de la Madre Teresa?

–Sor Nirmala: Es la confirmación de que la vida que vivió ha sido aprobada por Dios y digna de ser elevada a los altares de los beatos. Además, es motivo de inspiración para todos nosotros: como la Madre, nosotros también podemos ser santas; todos podemos ser santos. En lo alto tenemos alguien a quien mirar, cuyas virtudes son dignas de ser imitadas.

–La Madre Teresa la llamaba a usted «la abogada de los pobres», pues usted es licenciada en Derecho.

–Sor Nirmala: Fue la Madre Teresa quien me dijo que estudiara Derecho. Al llegar a Calcuta, no había terminado los estudios universitarios, me faltaba la especialización. Tras la profesión, tras los primeros votos, la Madre Teresa me dijo que estudiara jurisprudencia. Me licencié, pero no he ejercido. Un día le dije a la Madre: «¿Por qué me ha hecho estudiar Derecho?». Me respondió: «Tú querías estudiar Derecho, pero has venido aquí para verme y has renunciado a tus estudios. Te he restituido aquello a lo que habías renunciado». También me dijo: «Estás ejerciendo el Derecho que has estudiado, pero no en los tribunales de los hombres, sino en el Tribunal Supremo de Dios, el Cielo, aplicando la Ley Suprema: la caridad. De este modo, defendiendo la causa de los pobres entre los pobres ante el Señor, aplicas la ley».

–Usted ha dirigido la rama contemplativa de la congregación. Según usted, ¿cuál es la diferencia entre contemplación y acción?

–Sor Nirmala: La acción es un fruto de la contemplación. Cuando estamos unidos al Señor en la contemplación, recibimos esa luz y ese amor que necesitamos y que podemos utilizar para servir a los demás.

–¿Qué es lo que se le ha quedado grabado de los últimos momentos de la vida de la Madre Teresa?

–Sor Nirmala: Cuando la Madre Teresa estaba luchando con la muerte, fui a verla a su habitación, y me dijo: «¡No puedo respirar!». Entonces, pedí ayuda gritando a las demás hermanas: «¡La Madre no puede respirar!». Ellas vinieron y yo salí de la habitación. Luego, al volver a entrar, la Madre se me quedó mirando con una mirada implorante, como diciéndome: «¡Sálvame!». Era como una imploración. ¿Me entiende? Pensé: «Lo primero que me impresionó al conocerla fueron sus ojos; lo último han sido también sus ojos, su mirada. Fue la última vez que nuestras miradas se cruzaron mientras ella vivía.

–¿Recuerda algún episodio particular del día del funeral?

–Sor Nirmala: No un episodio, sino el conjunto. La manera en que atrajo a personas de toda nación, de toda cultura, de todo nivel social. Había muerto, pero estaba más viva que nunca. ¡Reunió a todas esas personas! Fue algo precioso. También me impresionó mucho al gente de Calcuta. La muchedumbre pasaba y pasaba… Al final, cuando regresamos a la Casa Madre, la gente que seguía el cortejo fúnebre gritaba: «¡Madre Teresa, eres inmortal! ¡No te olvidaremos nunca!». Fue conmovedor.

–¿Le hizo alguna sugerencia la Madre Teresa al confiarle la guía de la congregación?

–Sor Nirmala: No, ninguna en particular. Su consejo constante era: «cultivad la intimidad con Dios, cultivad vuestra santidad y amaos mutuamente».

–¿Cuál es la diferencia entre ser superiora de la congregación con la Madre Teresa en vida y serlo ahora?

–Sor Nirmala: Obviamente, si la Madre Teresa estuviera todavía en vida físicamente con nosotros sería más fácil, podría contar siempre con ella. Al mismo tiempo, aunque ya no esté físicamente con nosotras, todas tenemos la certeza de su presencia entre nosotras. Ya no es una presencia física, sino espiritual, podemos recurrir de nuevo a ella, dirigirnos a ella para resolver los problemas. En cierto sentido, puede ayudarnos más ahora que antes.

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ZENIT Staff

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