ROMA, miércoles 24 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Una cátedra inspirada en la Declaración Universal de la UNESCO sobre bioética y derechos humanos fue presentada este lunes en Roma.

Intenta impulsar el estudio profundizado y el debate abierto sobre dilemas suscitados por el rápido proceso de globalización de la ciencia, la biotecnología, la información y la comunicación.

La Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos se ha establecido gracias a la firma de un acuerdo entre la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -la UNESCO-, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y la Universidad Europea de Roma.

Intenta promover un amplio intercambio de ideas y de experiencias diversas a través del diálogo entre las instituciones de educación superior de diversos países, especialmente de los países en vías de desarrollo.

Durante la presentación, celebrada en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, el rector, el padre Pedro Barrajón, l.c., recordó una idea reflejada por Benedicto XVI en la reciente encíclica Caritas in veritate.

En concreto evocó “una nueva síntesis humanista” que promueva una “orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia” porque “la razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia”.

“La reflexión sobre los derechos humanos a la luz de los valores universales y del derecho natural, y el conocimiento de la perenne enseñanza de la Iglesia al respecto será, sin duda, una fuente de enriquecimiento de las iniciativas que promoverá la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos”, dijo.

“Poner a la persona en el centro también es tarea de la universidad, que es universal como lo son los derechos humanos”, concluyó el sacerdote.

En su intervención, el padre Paolo Scarafoni, l.c., rector de la Universidad Europea de Roma, destacó que “en las circunstancias actuales de globalización, el problema del desarrollo integral de cada persona y de toda la familia humana se presenta como un gran objetivo todavía por lograr”.

“Entre los problemas más grandes, tenemos la necesidad de replantear los modelos económicos que no están aceptados (accettati) por la mayoría de la población mundial; y la relación no clarificada ni resuelta entre ciencia-tecnología y cuerpo humano-vida humana”, destacó.

Hoy, prosiguió el padre Scarafoni, “en el mundo de la globalización, el desarrollo de condiciones económicas, sociales y políticas, y la propagación de la criminalidad con nuevas formas, impiden a muchas poblaciones y a muchas personas individuales, disfrutar plenamente de los derechos humanos, y las condenan a una vida de subdesarrollo”.

Para garantizar los derechos humanos fundamentales a todas las personas, continuó, hay que “pensar también en un gobierno mundial que abarque verdaderamente todo el planeta, y que al mismo tiempo aplique la subsidiariedad, especialmente en la manera de realizar los programas de solidaridad”.

Además, afirmó, “es necesario profundizar en los fundamentos de los derechos humanos sobre el derecho natural y sobre la naturaleza humana, esa gramática ideada directamente por Dios y reconocible por parte de todas las personas”.

“También es necesario considerar la aportación de las religiones a los derechos humanos, sin las cuales será imposible implantarlos”, añadió.

En este sentido, destacó la particularidad “del cristianismo, que se distingue de las demás religiones por la dimensión universal contenida en el anuncio evangélico de Dios que se compromete en primera persona por un pleno desarrollo de toda persona y de toda la persona”.

Pero sobre todo, concluyó, “es necesario formar la conciencia de las nuevas generaciones, especialmente la de los que están llamados a dirigir la sociedad civil en el ámbito político, económico, cultural, educativo”.

Desde este punto de vista, afirmó, la cátedra UNESCO es “un instrumento muy importante”.

Después, tomó la palabra el profesor Alberto García, director de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos.

Explicó que se ocupará, por ejemplo, de “bioética, multiculturalismo y religión” y creará una comunidad universitaria en la que expertos en bioética procedentes de las diversas tradiciones culturales y religiosas se reunirán para estudiar y dialogar sobre cuestiones de bioética a la luz de los derechos humanos y de los correlativos deberes”.

“En el espíritu del proyecto -dijo- se encuentra el respeto a la diversidad que en todo caso advierte las enormes convergencias que existen entre las diversas tradiciones culturales y busca más lo que tenemos en común que lo que nos separa”.

“En el ámbito de la “neurobioética” -continuó-, buscamos profundizar en las implicaciones de la neurociencia y en las aplicaciones tecnológicas que comportan las intervenciones sobre el cerebro humano”.

“Nos ocupamos de temas como la conciencia y la dignidad humana, la aproximación personalista a la relación entre cuerpo y mente, las cuestiones que afectan al comportamiento humano y la responsabilidad, y finalmente la ética de las neurociencias experimentales”.

Y ello porque, concluyó, “la protección de la vida, de la identidad, de la integridad psíquica y de la libertad de la persona en cuanto derechos fundamentales, debe fundamentar las decisiones que se toman, ya sea en la fase de investigación científica o en la de la aplicación clínica”.