Un cardenal para alentar el resurgimiento de la Iglesia en Hungría

El cardenal Peter Erdo, arzobispo de Budapest

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CIUDAD DEL VATICANO, 27 octubre 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- Antes de 1989, en Hungría «era todo más difícil». Pero con una sonrisa, el recién creado cardenal Peter Erdo, añade: «quizás menos complicado».

Nacido en 1952, el arzobispo de Budapest es el más joven del Colegio cardenalicio. Considerado como uno de los expertos en Derecho Canónico de Europa del Este, ex rector de la Universidad Católica de Budapest, representa hoy las esperanzas de la Iglesia en Hungría que resurge catorce años después de la caída del comunismo.

–Usted se hizo sacerdote en años en los que se requería valor para dar un paso así. ¿Qué recuerda de aquellos años?

–Cardenal Erdo: Entré en el seminario en 1970. Mis padres eran muy creyentes y estaban contentos. Mi padre, que era un jurista, conocía bien los problemas que me esperaban, pues no podía ejercer su profesión por ser católico. Tuve dificultad para ser aceptado en el seminario. Tras ingresar, hice el servicio militar y luego comencé los estudios en Teología. Es verdad, había dificultades, no se podían hacer muchas cosas, pero con algo de prudencia se podía hacer algo.

–¿Qué es lo que no se podía hacer?

–Cardenal Erdo: Recuerdo que un compañero fue condenado a un año de cárcel porque en verano había dado un curso de religión, lo cual era un delito. Este era el ambiente, pero nosotros sabíamos cuáles eran las formalidades que había que respetar, cuál era el riesgo, y cuál era el posible precio. No se podía dar catequesis en las casas parroquiales, sino sólo en la iglesia, donde los niños se morían de frío. De todos modos, aunque nadie me lo crea, creo que a nivel religioso y personal no nos molestaban tanto.

–Han pasado catorce años desde 1989. ¿Cómo ha absorbido Hungría las transformaciones de este período?

–Cardenal Erdo: Ha sido un período complejo, en cierto sentido controvertido. Ha cambiado el sistema económico y sobre todo el sistema político. Ha llegado una democracia occidental, y con ella, partidos que quizá al inicio no reflejaban la realidad social. Ha sido un cambio en cierto sentido «artificial», pero que hay que ver favorablemente, pues ha traído la libertad.

–Y, ¿cómo ha sido para la Iglesia?

–Cardenal Erdo: Ha llegado la libertad de la vida religiosa, han renacido las escuelas católicas, y se han lanzado actividades que antes no estaban permitidas. Ha sido un gran desafío, en algunos aspectos demasiado grande. Por poner un ejemplo: en 1989, en virtud de un acuerdo de 1950, había ocho escuelas con número cerrado. Hoy hay 307; pero, ¿de dónde sacamos a los profesores?

Digo esto para constatar que hace falta tiempo para que funcionen todas las estructuras que nos han restituido: escuelas, hospitales, o todos los edificios que necesitan importantes obras de renovación. Además hay que tener en cuenta que contamos con muy pocos medios. Es un gran desafío, sin duda.

–Desde el punto de vista eclesial, ¿cómo es la situación?

–Cardenal Erdo: La secularización que tenía lugar antes del cambio, por desgracia, continúa. Bajo otras formas, pero continúa. En el último censo, el 55% de la población se declara católica, del 66% de los bautizados. Si bien los practicantes son sólo el 12%, esto significa que la gran mayoría de la gente se considera, de todos modos, como parte de la Iglesia católica. Tenemos que comenzar por este dato, con humildad, teniendo presentes también las contradicciones: por ejemplo, tras 1989, el 30% de los jóvenes seguía la enseñanza de la religión. Hoy se ha bajado al 20-25%.

–¿Qué se puede hacer en esta situación?

–Cardenal Erdo: Creo que a nivel parroquial se puede y se debe hacer mucho. Partiendo de la realidad. Hoy nuestra sociedad se encuentra en una situación de hundimiento demográfico, y esto significa que los problemas de los ancianos se hacen cada vez más graves. No es sólo un problema de las instituciones, sino de todos, pues afecta a personas a un nivel humano muy fuerte. Por este motivo, las parroquias, las asociaciones, los movimientos pueden hacer mucho, pues la primera exigencia de nuestra sociedad hoy es volver a entablar el contacto, la cercanía entre las personas.

–¿Es más difícil ser Iglesia hoy o ayer?

–Cardenal Erdo: Me parece que entonces era más difícil, pero menos complicado. Hoy los problemas se han difuminado, son más complejos y en ocasiones se toman decisiones equivocadas. Por eso, seguimos teniendo necesidad todavía de las Iglesias occidentales.

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ZENIT Staff

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