Los nuevos mártires y el Bautismo en el Espíritu, sendas de ecumenismo

Entrevista con Matteo Calisi, presidente de la «Comunidad de Jesús»

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BARI, 15 octubre 2003 (ZENIT.org).- Los mártires del siglo XX reunirán a católicos, ortodoxos y protestantes en la cuarta edición de «Kairós 2003» en un encuentro para sanar las divisiones, también a través de la experiencia del «Bautismo en el Espíritu» de la que hoy pueden hablar 600 millones de cristianos.

La ciudad italiana de Bari será el escenario –del 17 al 19 de octubre próximo– de este «4º Encuentro Internacional para la Paz entre las Naciones», una iniciativa de la «Comunidad de Jesús» con el patrocinio de la Conferencia Episcopal de Apulia.

En esta entrevista concedida a Zenit, el fundador y presidente de la Comunidad, Matteo Calisi –también vicepresidente de los «Servicios Internacionales de la Renovación Carismática Católica» (ICCRS)– explica el alcance y significado de este encuentro.

–«Kairós» ya se ha convertido en una cita anual en Bari. ¿Cuál es el objetivo de estos encuentros? ¿Qué participación alcanzan?

–Matteo Calisi: El objetivo de los encuentros de «Kairós» es la oración por la paz entre las naciones. Reconciliarse, sanar la memoria entre los cristianos de Europa, pero también dentro de las propias confesiones cristianas. Además, superar la herencia del trágico siglo XX, redescubrir las raíces cristianas del continente y orar por una nueva apertura de las naciones europeas al anuncio del Evangelio.

En el año del Gran Jubileo nació el proyecto «Kairós» como un evento oportuno en un tiempo de gracia favorable. Estábamos saliendo de la tremenda tragedia de la guerra de los Balcanes y «Kairós» fue un momento de oración, de intercesión y de encuentro justamente con algunos representantes de las Iglesias cristianas de esa región, testigos de las devastadoras consecuencias del odio racial y de religión.

En aquella edición, cuyo tema fue «De corredores de guerra a corredores de paz», hubo significativos gestos de perdón y de reconciliación. Incluso los representantes oficiales del Islam participaron y todos firmaron una declaración común de paz en la que se comprometían a reconstruir los Balcanes desde el perdón y la reconciliación de los corazones. Intervinieron entre los oradores arzobispos metropolitanos y obispos católicos –algunos de Albania y Kosovo–, ortodoxos, predicadores evangélicos, representantes de Cáritas, Acción Católica, Alianza Evangélica Italiana, Consejo Pontificio para los Laicos, Consejo Pontificio «Cor Unum», Conferencia Episcopal italiana y muchos más.

El segundo «Kairós» dirigió su mirada a la tierra de Jesús, martirizada y ensangrentada, bajo el título «Shalom! Jerusalén». Se celebró en octubre de 2001, poco después de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, y contó con la presencia de monseñor Kamal Hanna Bathish, obispo auxiliar de Jerusalén, representante del Patriarca Católico-Latino, y del rabino Wladimir Pickman, quienes protagonizaron un sugestivo abrazo de reconciliación durante la oración ecuménica en la Basílica de San Nicolás (Bari). Participó en la Marcha de la Paz y presidió la celebración eucarística conclusiva el cardenal Francis Arinze, entonces presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Con vistas a la Constitución Europea, el tercer «Kairós» tuvo como tema «Europa, ¡levántate de nuevo!» y contempló de forma especial la cuestión de las raíces cristianas de Europa y la integración social y cultural de las poblaciones del Este y del Oeste europeo. En este encuentro, a través de los testimonios de monseñor Tadeusz Kondrusiewicz –arzobispo católico de Moscú–, el obispo polaco Bronislaw Dembowski, y de muchos otros, la Comunidad advirtió la necesidad de centrase en los mártires de cada confesión cristiana en Europa. Fue nutrida la delegación de obispos y sacerdotes católicos.

Cada año han sido numerosos los representantes de varias denominaciones cristianas que han venido a Bari: católicos latinos, greco-católicos, vetero-católicos, ortodoxos, protestantes, pentecostales, no-denominacionales y judíos mesiánicos se han encontrado, algunos tal vez por primera vez, en Bari para orar y dialogar fraternalmente. Así, la archidiócesis de Bari-Bitonto, que históricamente está llamada al ecumenismo, especialmente con el Oriente cristiano, fue elegida por la Providencia para acoger este evento significativo para la Iglesia universal.

–¿Ha podio constatar los frutos de esta iniciativa en las ediciones precedentes?

–Matteo Calisi: Los frutos de esta iniciativa, tanto dentro como fuera de la Comunidad –y no sólo en Italia–, representan una serie de relaciones ecuménicas e interreligiosas que al principio parecían impensables e irrealizables. Después de estos encuentros organizados por la «Comunidad de Jesús» nació un interés por el diálogo teológico. Están en marcha consultas teológicas con las Iglesias Pentecostales, con las Iglesias no-denominacionales, con las Congregaciones Judeo-Mesiánicas, que ya involucran a algunos representantes de las máximas instituciones ecuménicas, católicas o no: el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el episcopado italiano, el Consejo Ecuménico de las Iglesias, la Alianza Evangélica, el Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas.

–Este año, el eje del encuentro será la memoria de los Nuevos Mártires del siglo XX en una dimensión ecuménica. ¿Es un homenaje o se redescubre un punto de unión entre los cristianos?

–Matteo Calisi: La memoria de los mártires en una dimensión ecuménica no es sólo un homenaje que queremos hacer a las demás Iglesias, sino la señal auténtica para la unidad de la Iglesia.

Si, como dice Tertuliano, la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos, entonces podemos estar seguros de que la sangre derramada por tantos cristianos de Iglesias separadas podrá convertirse en semilla de la unidad de la única Iglesia de Cristo. Si la Iglesia triunfante es una sola, ¿por qué no debe serlo también la Iglesia militante, peregrina en la tierra?

Es un aspecto ya intuido y manifestado por nuestro Papa, Juan Pablo II, el 7 de mayo del 2000, dedicado a la memoria ecuménica de los mártires cristianos del siglo XX. Esta celebración marcó un momento de intensa espiritualidad en el que se intentó recomponer, si bien sólo simbólicamente, la unidad quebrada de la Iglesia a causa de las divisiones humanas, según la propia llamada de Juan Pablo II en «Tertio Millennio Adveniente»:

«El testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes. (…) El ecumenismo de los santos, de los mártires, es tal vez el más convincente» (n. 37).

Son los propios mártires, desde los lugares de su martirio, los que nos piden a los cristianos divididos que aceleremos el camino de la unidad. Son ellos, podríamos decir, los profetas de la unidad. Su sangre no es sólo «semen christianorum», sino también «semen unitatis».

Como afirma el Santo Padre en su reciente Exhortación Apostólica «Ecclesia in Europa»: «Estos testigos (…) han hecho resplandecer en las tinieblas la luz de Cristo; al pertenecer a diversas confesiones cristianas, brillan asimismo como signo de esperanza para el camino ecuménico, por la certeza de que su sangre es “también linfa de unidad para la Iglesia”» (n. 13).

Este «Kairós» respira naturalmente un aire ecuménico porque se trata de hacer memoria de los mártires cristianos católicos, ortodoxos y protestantes, todos unidos en la misma fe y caridad de Cristo. Lo que era imperfecto en su comunión, antes de su martirio, se ha hecho perfecto a causa de éste.

Existe, sin embargo, otra forma distinta de martirio que la
Iglesia debe aceptar y sufrir para conseguir la unidad. No se trata de un martirio sólo de sangre, sino el de hacer morir cada vez más aquello que hay de humano y terreno en nuestra opinión para hacer que resplandezca en nosotros sólo el oro puro de la fe, esperanza y caridad en Cristo.

–«Kairós 2003» será también, según los organizadores, «un encuentro carismático donde es posible experimentar la experiencia de un nuevo “Bautismo en el Espíritu”». ¿Podría explicar este aspecto?

–Matteo Calisi: A partir de la experiencia de Pentecostés, la «Comunidad de Jesús» repropone la urgencia de la sanación de las divisiones entre los cristianos.

Esta gracia carismática del «Bautismo en el Espíritu» –no sustitutiva, sino complementaria a la sacramental para nosotros, los católicos— se realiza mediante una sencilla y humilde petición del individuo y de toda la comunidad orante a fin de que el Espíritu Santo se derrame con la abundancia de sus dones y con todo su poder.

El «Bautismo en el Espíritu» (Cfr. Hch 1, 5), una gracia recibida por muchos cristianos hoy, es y sigue siendo una libre y soberana acción del Espíritu difícilmente programable.

Esta gracia del «Bautismo en el Espíritu», redescubierta y experimentada por más de 600 millones de cristianos de todas las denominaciones, representa hoy un gran don para la unidad de los cristianos. Personalmente considero este «Bautismo en el Espíritu» como la gracia ecuménica de la «fraternidad reencontrada» (Carta Encíclica de Juan Pablo II «Ut Unum Sint, n. 41») y dado que la mayor parte de las Iglesias contemporáneas están viviendo la misma experiencia, es lógico que ésta sea vehículo de unidad entre las Iglesias.

Dice San Pablo: «Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu» (1 Cor 12, 13). Es el don para la Iglesia reunida e indivisa (Hch 1, 14), como nos describe San Lucas.

El «Bautismo en el Espíritu» es el modelo de ecumenismo que propone la Renovación Carismática a las Iglesias. De ello, la «Comunidad de Jesús» es una expresión.

La unidad en el Espíritu Santo es la única forma concreta a través de la cual Dios lleva a cabo la unidad de los cristianos. No puede existir en la Iglesia la unidad de tipo político, sociológico o simplemente doctrinal. Estas son profundas ilusiones. Existe la unidad de los cristianos según el modelo de Pentecostés; ésta es la obra de Dios.

–¿Cómo nació la «Comunidad de Jesús» –«Comunità di Gesù–» y cuál es su misión específica?

–Matteo Calisi: Nació en Bari (Italia), en Pentecostés de 1983, y pertenece al florecimiento de las Nuevas Comunidades surgidas dentro de la Renovación Carismática. Erigida canónicamente con personalidad jurídica por la Autoridad Eclesiástica en 1992, desde 1994 es miembro de la «Fraternidad Católica Internacional de las Asociaciones y Comunidades Carismáticas de Alianza», Organismo Internacional de Derecho Pontificio erigido por la Santa Sede, con su Centro de Comunicación en Bari.

La Comunidad de Jesús nace como respuesta a una específica llamada que en la Iglesia se expresa en tres dimensiones: la adoración, la evangelización y la reconciliación entre los cristianos.

Este proyecto de fe es compartido en este momento por multitud de personas en Italia fuera del país. Según nuestros Estatutos, aprobados por la Iglesia, pueden formar parte de la «Comunidad de Jesús» los fieles de la Iglesia Católica de todo estado de vida: laicos, casados o solteros, hombres y mujeres célibes por el Reino de Dios, diáconos permanentes, sacerdotes y seminaristas, religiosos y religiosas. Actualmente, los miembros de la Comunidad son cerca de dos mil distribuidos en varias diócesis y se van realizando iniciativas misioneras en el extranjero, especialmente en Brasil, Argentina, Estados Unidos y Albania.

La Comunidad, desde sus orígenes, ha manifestado una singular llamada a la unidad de los cristianos participando activamente en el movimiento ecuménico y acogiendo significativas contribuciones de otros miembros de Iglesias y comunidades cristianas.

En las actividades de la Comunidad colaboran a tempo completo incluso miembros de otras Iglesias y denominaciones cristianas. En particular, ha sido iniciadora de la Consulta Carismática Italiana para el diálogo entre católicos y algunas Iglesias pentecostales en Italia y del primer diálogo en Italia entre católicos y judíos mesiánicos.

En 2001, junto a algunos líderes de diferentes Iglesias en los Estados Unidos, la «Comunidad de Jesús» fundó una organización ecuménica llamada «International Center for the Reconciliation of the Christians, Inc.» (ICRC) con sede en Dallas (Texas).

El Espíritu Santo ha suscitado en la «Comunidad de Jesús» el deseo de construir en Bari un «Centro Internacional para la Reconciliación de los Cristianos». Será un lugar donde cristianos de diferentes Iglesias que creen en Jesús, único Señor y Mesías, podrán encontrarse para adorar al Señor, reconciliarse y proclamar la Palabra de Dios al mundo.

Este «Ministerio de Reconciliación» de la Comunidad de Jesús se funda en el proceso de transformación y santificación de la Iglesia, Esposa de Cristo. En este proceso se desea eliminar toda barrera, mancha y arruga de división entre los cristianos a fin de preparar a la Esposa para el banquete nupcial del Cordero (Cfr. Ap. 19, 7).

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ZENIT Staff

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