CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 julio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la Iglesia debe acoger con particular amor a los fieles divorciados, que al volverse a casar no pueden acercarse a comulgar, para ayudarles a vivir el sufrimiento que la situación provoca.

«Sabemos todos que éste es un problema particularmente doloroso para las personas que viven en situaciones en las que son excluidas de la comunión eucarística y naturalmente para los sacerdotes que quieren ayudar a estas personas a amar a la Iglesia, a querer a Cristo», explicó el pontífice en el encuentro que se celebró el 25 de julio, en la iglesia de Introd, la localidad en la que pasó las vacaciones de verano.

El obispo de Roma reconoció que «ninguno de nosotros tiene una receta, en parte porque las situaciones son siempre diferentes».

«Diría que es particularmente dolorosa la situación de los que se casaron por la Iglesia, pero no eran realmente creyentes y lo hicieron por tradición, y luego, encontrándose en una nueva boda no válida se convierten, encuentran la fe y se sienten excluidos por el sacramento», explicó.

«Éste realmente es un sufrimiento grande y cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe invité a muchas Conferencias episcopales y especialistas a estudiar este problema: un sacramento celebrado sin fe».

«No me atrevo a decir si realmente se pueda encontrar aquí un motivo de invalidez porque en el sacramento faltó una dimensión fundamental. Personalmente yo lo pensé, pero con las discusiones que hemos tenido he comprendido que el problema es muy difícil y que tiene que todavía hay que profundizar en él», reveló.

«Es importante que el párroco y la comunidad parroquial hagan experimentar a estas personas que, por una parte, tenemos que respetar el carácter indivisible del sacramento y, por otra parte, que queremos a estas personas que también sufren por nosotros», aclaró.

Pidió a los bautizados «sufrir con ellos, porque dan un testimonio importante», pues no acceden a la comunión para manifestar también visiblemente el carácter indisoluble del matrimonio.

«Y éste es un sufrimiento noble, diría yo», aseguró.

La intervención del Santo Padre, pronunciada sin papeles en italiano, ha sido transcrita por la edición diaria de «L’Osservatore Romano» y traducida por Zenit. Puede consultarse en la página web, en la sección de Documentos.