CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 19 octubre 2005 (ZENIT.org).- Los cuatro prelados chinos han confirmado la imposibilidad de estar presentes en Roma conforme a la invitación que les había hecho Benedicto XVI, según se desprende del mensaje escrito por uno de ellos que leyó el martes el cardenal Angelo Sodano ante los miembros del Sínodo de los obispos.
La noticia abrió en la mañana los trabajos de la decimonovena congregación general. El breve mensaje en latín ha sido escrito por monseñor Luca Li Jingfeng, de Fengxiang (Shaanxi), en nombre también de los otros tres.
Se espera que se difunda próximamente el contenido de la misiva así como la respuesta que previsiblemente les enviarán el Sínodo y el Papa Benedicto XVI.
La misiva, recibida en el Vaticano el 6 de octubre, agradece al Papa su invitación. Según explicó monseñor Giorgio Costantino –portavoz italiano del Sínodo de los obispos–, «además del pesar por la imposibilidad de participar en los trabajos, en la carta se desea un pronto restablecimiento de las relaciones también diplomáticas entre la Santa Sede y China».
En China el gobierno permite la práctica religiosa sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP). De ahí la diferencia que establecen entre una Iglesia «oficial» y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa formando la Iglesia «clandestina».
Benedicto XVI nombró miembros del Sínodo –que se celebra en Roma del 2 al 23 de octubre– a obispos de la Iglesia «oficial» en China.
El mes pasado se dieron a conocer los nombres de los invitados: monseñor Antonio Li Duan, arzobispo de Xian y monseñor Aloysius Jin Luxian, obispo di Shangai –ambos reconocidos por el gobierno–; monseñor Giuseppe Wei Jingyi, obispo de Qiqihar, no reconocido por el gobierno; y monseñor Luca Li Jingfeng, obispo de Fengxiang (Shaanxi), recientemente reconocido por el gobierno, según ha revelado AsiaNews.
Desde entonces se fueron sucediendo las noticias sobre el gozo con que católicos «oficiales» y «clandestinos» habían acogido la noticia y el veto que en cambio la AP ponía al posible viaje a Roma de los cuatro prelados chinos.
Según revelaba el secretario general del Sínodo –el arzobispo Nikola Eterovic– a principios de mes, con el nombramiento de los citados obispos «el Santo Padre había intentado manifestar la comunión existente entre la Santa Sede y la Iglesia católica en China» y también «respeto respecto al pueblo chino».
Monseñor Eterovic aludió entonces a las dificultades burocráticas encontradas por los prelados para obtener los permisos necesarios para el viaje.
Añadió, según recogió «Radio Vaticana»: «Permanecemos abiertos a recibirles aquí, incluso el último día del Sínodo». De hecho, sus cuatro asientos han estado vacíos todos estos días.
Hace justo una semana el obispo de Hong Kong, monseñor Joseph Zen Ze-kiun, recalcó ante los padres sinodales que el Papa ha legitimado a la inmensa mayoría de los obispos de la Iglesia «oficial» de China.
«La Iglesia en China, aparentemente dividida en dos –una oficial reconocida por el gobierno y una clandestina que rechaza ser independiente de Roma–, es en realidad una sola Iglesia, pues todos quieren estar unidos al Papa», constató en su intervención en italiano.
«Después de largos años de separación forzada la inmensa mayoría de los obispos de la Iglesia “oficial” han sido legitimados por la magnanimidad del Santo Padre», añadió.
Pekín rompió sus relaciones con la Santa Sede en 1951, dos años después de la llegada al poder de Mao Zedong, expulsando al nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi.