ROMA, domingo, 1 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Más de un millón de peregrinos –datos de las fuerzas de seguridad italiana– han participado este domingo en la beatificación más concurrida de la historia.
Un gran aplauso se extendió desde la plaza de San Pedro, pasando por la Vía de la Conciliación y las calles adyacentes, hasta llegar al Circo Máximo (donde miles de personas siguieron la celebración a través de grandes pantallas) cuando Benedicto XVI leyó la fórmula de beatificación.
«Concedemos que el venerable siervo de Dios Juan Pablo II, papa, de ahora en adelante sea llamado Beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, cada año el 22 de octubre», dijo en latín.
La sonrisa de Karol Wojtyla fue descubierta en ese momento en un gran tapiz, inmortalizada en la copia de una foto de 1995, en el centro de la fachada de la Basílica de San Pedro. Las lágrimas de los peregrinos, muchísimos polacos, se hicieron irresistibles.
La religiosa francesa Marie Simon-Pierre, cuya curación inexplicable de Parkinson ha permitido concluir el proceso de beatificación, acompañada por la religiosa polaca que asistía a Juan Pablo II, sor Tobiana, presentaron la reliquia, una ampolla con sangre de Karol Wojtyla.
En la plaza de san Pedro, en algunas áreas, se podían ver por el suelo las mantas con las que las personas se habían abrigado durante la fría noche. Las fuerzas de seguridad decidieron abrir los ingresos antes de lo previsto, a las 2 de la mañana, por razones de seguridad.
En esa misma plaza estaban representantes de los grandes del mundo. Sesenta y dos delegaciones guiadas por jefes de Estado y de Gobierno, así como por familias reales, además de los otros países que han sido oficialmente representados.
Italia estaba representada tanto por su presidente, Giorgio Napolitano, y su primer ministro, Silvio Berlusconi; Polonia por su presidente, Bronislaw Komorowski, y la Comisión Europea por Jose Manuel Durao Barroso.
En la plaza se encontraba el ministro Yossi Peled, salvado en Bélgica del Holocausto por una familia católica, en representación del Estado de Israel.
Antes de la celebración declaró que «El acontecimiento es particularmente significativo. Este hombre nacido en un período en el que se respiraba un clima de antisemitismo públicamente aprobado, se opuso y desafío a quienes habrían querido servir al espíritu de la raza humana».
México estuvo representado por el presidente Felipe Calderón, y Honduras por su jefe de Estado, Porfirio Lobo.
Las cinco casas reales estaban presentes cerca del Papa: España (con don Felipe y doña Letizia), Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein y Reino Unido).
Estados Unidos estuvo representado por el representante del Barack Obama ante el Vaticano, el embajador a la Miguel Díaz; y Cuba por Caridad Diego Bello, jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido. Francia se hizo presente con su primer ministro, François Fillon.
Los periodistas que han venido para cubrir el evento han sido 2.300, 1.300 canales de televisión.
El cansancio y el sol provocaron desmayos entre peregrinos, pero la organización mantuvo el orden que permitió garantizar una auténtica fiesta de fe, a pesar de que el número de los peregrinos ha superado las previsiones.
«La organización ha resistido, todo ha salido bien. Ahora esperamos que el regreso se desarrolle sin inconvenientes», observa el delegado para la seguridad de Roma Capital, Giorgio Ciardi.
Por Jesús Colina