ROMA, viernes 13 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Estados Unidos y Gran Bretaña presionaron a Pío XII para que guardara silencio ante la brutalidad nazi con el objetivo que evitar que su protesta tuviera otras consecuencias, según revelan documentos hasta ahora inéditos.

Los textos han sido descubiertos por la fundación Pave the Way, fundada por el estadounidense judío Gary Krupp, quien considera que a la luz de estas revelaciones pueden comprenderse mejor las circunstancias en las que actuó el papa Eugenio Pacelli.

Entre los documentos, aparecidos en los archivos de los Estados Unidos, se encuentra la correspondencia entre el representante británico ante la Santa Sede, sir D'Arcy Osborne, y Myron Taylor, representante del presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt ante el Vaticano.

En la misiva, firmada por Franklin C. Gowen, asistente de Taylor, el 7 de noviembre de 1944, a las 12.45, se explica que D'Arcy Osborne "llamó y dijo que tenía miedo de que el Santo Padre lanzara un llamamiento por radio a favor de los judíos de Hungría y que en su llamamiento criticara el que lo que los rusos están haciendo en los territorios ocupados".

"Sir D'Arcy dijo que habría que hacer algo para imponerse al Papa y lograr que no lo hiciera, pues esto tendría repercusiones políticas muy graves", añade el diplomático estadounidense.

Documentos destruidos

"Otro documento sobre la ayuda a los refugiados judíos afirma con claridad que la carta debía ser destruida para evitar que cayera en las manos de los enemigos", ha explicado Krupp en un comunicado enviado a ZENIT.

En una carta dirigida por D'Arcy Osborne el 20 de abril de 1944 a Harold Tittman, asistente de Myron Taylor, el representante británico ante el Vaticano pide destruir documentos enviados para ayudar a a organizaciones estadounidenses judías, pues podría poner en peligro la vida de quienes los han entregado, y en concreto menciona el peligro que corre un sacerdote de nombre "Benedetto".

Gary Krupp ha explicado que "este gesto fue aplicado comúnmente durante la guerra y todavía hay algunos críticos que parecen no comprender que es el motivo por el que tantas órdenes escritas fueron destruidas".

Ha participado en el hallazgo de estos documentos Ronald Rychlak, profesor de Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Mississippi, y autor de libros sobre Pío XII.

Otros documentos

Por su parte, Dimitri Cavalli, periodista, investigador y colaborador de la fundación Pave the Way, ha encontrado documentos sumamente significativos de la agencia internacional JTA (Jewish Telegraph Agency).

Un despacho de agencia, del 28 de junio de 1943, informaba las denuncias de Radio Vaticano sobre el trato que estaban recibiendo los judíos en Francia.



Cavalli ha encontrado el número publicado el 19 de mayo de 1940 por la revista Jewish Chronicle, de B'nai B'rith (asociación judía de acción social) en la que Pío XII aparece en la portada y cuyo artículo revela cómo el papa estaba contratando a profesores judíos que habían sido expulsados de las instituciones italianas por las leyes raciales de Benito Mussolini.

La JTA el 15 de enero de 1943 informaba sobre la respuesta que ofreció el cardenal Pierre-Marie Gerlier, arzobispo de Lyón, a las autoridades nazis que ofrecieron dejar en paz a la Iglesia católica si se callaba ante el trato que sufrían los judíos.

El cardenal respondió al comandante nazi: "usted no sabe que el Santo Padre (el papa Pío XII) ha condenado las leyes antisemitas y todas las medidas antijudías". Con esta frase, concluyó la cita.

La revista judía "Advocate" del 5 de febrero de 1943 publicó este titular: "Cardenal húngaro ataca las teorías raciales", en referencia al duro discurso pronunciado por el cardenal Jusztinián Györg Serédi, O.S.B., arzobispo de Esztergom-Budapest.

El pronunciamiento, que recibió eco en Radio Vaticano, condenó con fuerza las teorías raciales nazis y pidió que Hungría proteja a "todos los que están amenazados a causa de sus creencias o raza".

En la misma página puede leerse un artículo breve en el que se explicaba cómo Mussolini estaba haciendo menos duras las leyes raciales con el objetivo de retomar relaciones con el Vaticano.

El Jewish Chronicle de Londres, del 9 de septiembre de 1942, informaba que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi, imprimió diez millones de panfletos en varios idiomas, que fueron distribuidos en Europa y América Latina, condenando a Pío XII por su posición de pro-judía.

Gary Krupp aclara a ZENIT que estos documentos no son más que una gota en el mar de las 46 mil páginas de artículos informativos, documentos originales, material de investigación, y testimonios oculares que confirman la obra de ayuda de Pío XII a los judíos y que han sido publicados por la Fundación Pave the Way.

Este material, así como vídeos con testimonios históricos puede consultarse en www.PTWF.org

Por Jesús Colina

Indicaciones pastorales para los próximas elecciones administrativas

Por monseñor Giampaolo Crepaldi*

ROMA, viernes 13 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Las elecciones, sea las políticas que las administrativas, son siempre un momento importante para una comunidad. Son de hecho, la ocasión para pensar en sí misma y en el propio futuro. Es verdad que en nuestra sociedad los momentos decisivos de la política se multiplican y, se podría decir, que salen de sus edificios tradicionales. Hay, actualmente, una política “difundida” en nuestra sociedad y en el territorio. No obstante, el momento electoral conserva una indudable importancia, porque el ciudadano reflexiona, no sólo en sus propias necesidades e intereses, sino en “nuestro” bien, el bien de todos, el bien de la comunidad percibida como un todo. Es así también para la comunidad de Trieste. Y también para las próximas elecciones administrativas.

Mi deber, como obispo de la Iglesia, es el de confirmar que la comunidad y la fe cristianas no son ajenas a estos momentos importantes de la vida de la comunidad, al contrario, dado que éstas toman en serio al hombre «camino de la Iglesia», como escribía en su primera encíclica, la Redemptor hominis, el Beato Juan Pablo II, no pueden considerarse ajenos a los momentos en los que el hombre decide por sí mismo y por su futuro. No porque la fe cristiana provea recetas políticas o administrativas, sino porque considera que tiene algo que decir -es de fundamental importancia- sobre el sentido comunitario de la vida humana y sobre nuestro destino. Es propiamente aquí, en el tema del hombre y de su destino -su “qué es” y su “qué debe ser”- que la fe cristiana baja a la plaza pública y hace su propuesta a todos los hombres que buscan la verdad.

Creo que no es correcto interpretar la frase evangélica “dad a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, como si la política tuviese que proveer a las necesidades “materiales” de la persona y la fe a las “espirituales”. Sea la política, sea la fe cristiana consideran a la persona toda entera. La persona no recibe dos llamadas distintas: una material y otra espiritual; no persigue dos destinos distintos: uno terreno y el otro eterno; no responde a dos necesidades diversas: el bienestar aquí y la salvación allí. La persona es un todo y simplemente busca ser, crecer, madurar en todas sus dimensiones; siente que cualquier dimensión individual le está estrecha y trata de respirar al máximo, con los pulmones y con el alma. La política, incluida la administrativa, no tiene que ver sólo con un aspecto de la persona, porque en la persona ningún aspecto es plenamente comprensible si está separada de los demás. La política tiene que ver, por tanto, con toda la persona, como también la fe tiene que ver con toda la persona: la ven desde ángulos diversos pero no contrapuestos.

Puede resultar extraña mi afirmación. La política en las administraciones locales -se dice a veces- está relacionada con la organización práctica de la vida en comunidad: el trabajo, el tráfico, la ocupación, el tiempo libre…; la fe, sin embargo, está relacionada con otras cosas: la oración, los sacramentos, el espíritu… Ciertamente esta visión tiene muchos aspectos de verdad, pero si en la persona se ve -como enseña la fe cristiana- la criatura del Padre, la imagen de Dios, un hermano en Jesucristo, una realidad única y eminente que no tiene igual en la creación, también la organización del trabajo, del tráfico, de la ocupación, del tiempo libre… encontrará otras motivaciones superiores y orientaciones operativas. No pensemos que estén a un lado las cuestiones prácticas y al otro las morales y las espirituales. El hombre es un todo y la vida es siempre una síntesis. Cuando nosotros realizamos cualquier acción, ponemos en juego toda nuestra realidad de personas humanas.

Y por esto las elecciones administrativas no deben ser consideradas como ajenas a los valores humanos, que la fe cristiana nos ha enseñado y continúa enseñándonos. La administración de una ciudad es independiente del plano eclesiástico de la religión, pero no lo es del de la ética, es decir de los principios morales ligados al bien de la persona y de la comunidad y que la fe cristiana ha contribuido a descubrir y contribuye hoy a conservar, a defender y le ayuda a respirar… Los grandes valores de la persona son por ejemplo, el derecho a la vida, la integridad de la familia fundad sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la libertad de las familias de educar a sus propios hijos según su responsabilidad, la ayuda solidaria a los pobres realizada de modo subsidiario, es decir evitando derroches y asistencialismo, y favoreciendo, sin embargo, la creatividad y la asunción de la responsabilidad de personas y entidades intermedias.

Ante la papeleta electoral, el elector sabe bien que deberá decidir no sólo en el plano urbanístico o de la viabilidad, sino también sobre estos grandes valores. Y por esto, la Iglesia siempre nos ha enseñado que no es lícito al cristiano apoyar partidos que “sobre cuestiones éticas fundamentales ha expresado posiciones contrarias a la enseñanza moral y social de la Iglesia” (Nota de la Congregación de la Doctrina de la Fe de 2002) Ya sea esto, por un deber de coherencia que porque, haciendo lo contrario se haría un daño a la persona y a la sociedad. Hay, de hecho, cuestiones que pueden ser afrontadas y resueltas de muchos modos, y otras, sin embargo, son seguramente erróneas y contrarias al bien humano.

Actualmente, los entes territoriales tiene cada vez más mayores competencias incluso sobre cuestiones de fundamental importancia. Estos pueden dañar o ayudar a la familia, pueden o no, abrir el reconocimiento público a “nuevas formas de familia”, pueden o no conceder ayudas concretas contra el aborto, pueden o no promover formas de publicidad ofensiva del derecho a la vida, pueden sofocar la libertad de educación de las familias o bien realizar pasos concretos para permitir su ejercicio, pueden combatir sistemáticamente la presencia pública del cristianismo o abrirse a una colaboración en el respeto recíproco. Y todo esto se ampliará ulteriormente en el futuro, porque las autonomías se están difundiendo y las mismas competencias legislativas de las entidades locales aumentan.

También con ocasión de elecciones administrativas, el cristiano que quiera ser fiel a las enseñanzas de la Iglesia, distinguirá en los programas, las cuestiones sobre las que son lícitas muchas opiniones de las que, sin embargo, obligan a su conciencia. Y no dará su apoyo a partidos que las proporcionan. Buscará la honestidad personal de los candidatos, pero no sólo esto. Tratará también la aceptabilidad de sus programas desde el punto de vista de los valores fundamentales que he mencionado antes, y valorará la historia y los antecedentes culturales de los partidos donde los candidatos actúan.

———–

*Monseñor Giampaolo Crepaldi, arzobispo de Trieste.