CIUDAD DEL VATICANO, lunes 2 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Ante la muerte de un hombre “un cristiano no se alegra nunca”, afirma hoy en una nota el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, tras conocerse la noticia de la muerte de Osama Bin Laden a manos de un comando del ejército norteamericano.

El portavoz de la Santa Sede augura que este acontecimiento “no sea una ocasión para un ulterior crecimiento del odio sino de la paz”, y recordó la “gravísima responsabilidad” del líder de Al-Qaeda de difundir el “odio” entre los pueblos.

“Frente a la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca, sino que reflexiona sobre las graves responsabilidades de cada uno ante Dios y los hombres, y espera y se compromete para que cada acontecimiento no sea ocasión para un crecimiento ulterior del odio, sino de la paz”.

Osama Bin Laden, añade la declaración, “tuvo la gravísima responsabilidad de difundir división y odio entre los pueblos, causando la muerte de innumerables personas, y de instrumentalizar las religiones con este fin”.

La muerte de Bin Laden fue anunciada al mundo por el presidente de EE.UU., Barack Obama, en una alocución desde la Casa Blanca a las 23,30 hora local de Washington.

Un comando de las fuerzas especiales del ejército de EE.UU. asaltó la mansión donde Bin Laden se escondía, en la localidad paquistaní de Abottabad, cerca de la capital, Islamabad. El cuerpo de Bin Laden, según las informaciones oficiales, ha sido arrojado al mar.