Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 22 de mayo de 2011 (ZENIT.org). – La familia es la piedra angular de la sociedad y el instrumento para el bienestar de los individuos. ¿Es cierto?

Cierto. Y estas afirmaciones son comunes en las fuentes católicas, basadas en la antropología cristiana. Pero no es tan común oír estas verdades en el mundo laico.

Aún así, un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha hecho precisamente esta afirmación.

Una nota para los medios que acompañaba el informe, publicada el 27 de abril, señalaba que las familias son una fuente clave de respaldo económico y social para las personas, además de ser un instrumento crucial de solidaridad.

“Las familias proporcionan identidad, amor, cuidado, alimento y desarrollo para sus miembros y forman el núcleo de muchas redes sociales”, afirmaba.

El informe, titulado “Asegurar el Bienestar de las Familias”, reconocía también que la pobreza está aumentando en familias con hijos en casi todos los países miembros de la OCDE.

Los padres se enfrentan, además, a problemas al tratar de combinar trabajo y compromisos familiares. El informe pedía a los gobiernos que adoptasen políticas de apoyo a las familias, dándoles asistencia y ayuda económica con iniciativas como el permiso para los padres y flexibilidad laboral.

Según la OCDE el gasto público medio en prestaciones familiares asciende a poco más del 2,2% del PIB.

Una de las áreas en la que más se podría hacer es en las ayudas a la natalidad. Muchas familias quieren tener más hijos, explicaba el informe, y en muchos países la gente no tiene tantos hijos como, según dicen, querrían.

Según el informe, las tasas de natalidad de los países de la OCDE han caído de modo significativo desde donde estaban hace unas décadas, cuando el promedio era de 2,2 hijos por mujer, hasta los actuales 1,7 hijos por mujer.

Los países con un nivel más alto de fertilidad dan un mayor apoyo tanto en forma de pagos en efectivo como en servicios a las familias con hijos pequeños. Las políticas que permiten a las madres un trabajo a tiempo parcial también ayudan a las familias a combinar el empleo y el cuidado de los hijos de modo más eficaz.

Apoyar a las familias no es bueno sólo para los padres, apuntaba el informe. “El bienestar de los niños está íntimamente unido al bienestar de la familia. Cuando prosperan las familias, prosperan los niños”.

Estudio en el Reino Unido

Los hallazgos de un estudio reciente en el Reino Unido apoyaban la importancia de la vida familiar. A finales de febrero se publicaban los resultados de una encuesta de 2009 realizada en 40.000 hogares por el Institute of Social and Economic Research de la Universidad de Essex.

El estudio abarcaba una amplia gama de temas, pero uno de los capítulos se dedicaba a la familia. Entre los resultados estaban los siguientes puntos.

-- Al tener en cuenta una serie de factores, se descubrió que las personas en parejas de hecho son significativamente menos felices en sus relaciones que las personas casadas.

-- La satisfacción de los jóvenes con su situación familiar está claramente ligada a la calidad de las relaciones con sus padres. En las familias en las que la madre del niño no es feliz en su relación, sólo el 55% de los jóvenes afirman estar "completamente satisfechos" con su situación familiar - en comparación con el 73% de los jóvenes cuyas madres son "muy felices" en sus relaciones.

-- Los niños de familias monoparentales son menos propensos a considerarse plenamente felices con su situación.

-- No sorprende que el estudio descubriera que los niños que no discuten con ninguno de sus padres más de una vez a la semana tengan un nivel de felicidad mayor que aquellos que tienen frecuentes disputas. La encuesta también descubrió que la felicidad de los niños mejoraba cuando sometían a discusión temas importantes con sus padres con frecuencia.

-- También es importante cenar juntos en familia. Los niños que no cenan con su familia al menos tres veces a la semana son más propensos a decir que son plenamente felices en su situación familiar que aquellos niños que no cenan nunca con su familia o lo hacen menos de tres veces a la semana.

Calidad

Otro estudio reciente de Estados Unidos examinaba la influencia de la calidad de la relación de sus padres sobre los niños. La organización Child Tends publicó su estudio el 8 de abril.

Con el título “Calidad de la Relación de los Padre y Resultados de los Niños según Subgrupos”, analiza las respuestas de más de 64.000 padres con hijos de entre 6 y 17 años.

Mostraba que la calidad de la relación de los padres era “asociada de modo continuo y positivo con una serie de resultados del niño y de la familia”. Estos resultados incluyen problemas de comportamiento, rendimiento escolar y comunicación padres-hijos.

El estudio señalaba también que las investigaciones de los últimos años sugieren que las relaciones de mayor calidad de los padres tienden a propiciar, en los hijos, actitudes más positivas hacia el matrimonio, que a su vez hacen más probable que haya relaciones y matrimonios de buena calidad.

Comentando este estudio, Elizabeth Marquardt, directora de la página web FamilyScholars.org, y ella misma autora de un libro sobre cómo los hijos se ven afectados por el divorcio, lamentaba el hecho de que el estudio guarde silencio sobre hasta qué punto el estatus marital influía en los niños.

En el comentario que hacía en su página web, explicaba que profundizar en las tablas y estadísticas del estudio sobre el tipo de relación familiar proporcionaba una clave fundamental a la hora de interpretar los resultados. Al desglosar el tipo de familia, la encuesta mostraba que los hijastros tenían el doble de probabilidades de tener problemas de comportamiento, si se los compara con los niños que viven con sus propios padres casados.

Los problemas aumentan para aquellos niños que viven con parejas de hecho. Tenían casi tres veces más probabilidades de tener problemas.

Estas diferencias tan importantes también están presentes en otros parámetros, como las relaciones sociales y el comportamiento escolar.

Marquardt mencionaba también que los resultados del estudio mostraban que la calidad de la relación entre los adultos dependía de si estaban casados o no. La mayor estabilidad y durabilidad de una pareja casada son de gran ayuda para los hijos.

El matrimonio es bueno

Aunque la noticia de que el matrimonio es bueno tanto para las parejas como para sus hijos no es nueva, sigue siendo confirmada por las investigaciones. A principios de año, el doctor John Gallacher y David Gallacher, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff, publicaban un artículo en BMJ Student.

Según un reportaje en profundidad publicado el 28 de enero en el periódico Independent, analizaban la cuestión de si el matrimonio es bueno para la salud.

“La conclusión es que, médicamente hablando, el grupo más longevo es el de los casados”, afirmaba el Dr. Gallacher.

Su trabajo hacía referencia a un estudio que involucraba a millones de personas en siete países europeos. Mostraba que, de media, las tasas de mortalidad eran de un 10% a un 15% inferiores en las parejas casadas.Es decir, mientras más tiempo la pareja estaba casada, mayor la diferencia.

Cuando se trata de los niños, Kay S. Hymowitz, en un artículo publicado por el Los Angeles Times el pasado 11 de noviembre, mantenía que las relaciones inestables son más perjudiciales para los niños que la pobreza.

Se basaba en el material publicado en el número de otoño de la revista Future of Children. Lo s artículos de la revista eran la conclusión de un estudio sobre 5.000 niños nacidos en zonas y cuyos padres pertenecían en su mayoría a minorías.

El estudio sobre Familias Frágiles y Bienestar Infantil ha seguido a estos niños que nacieron a finales de los noventa.

Al nacer, la mitad de las parejas vivían juntas sin estar casadas, aunque declararon a los investigadores que había mucha probabilidad de que se casaran. Sin embargo, cinco años después sólo el 15% de estas parejas se había casado, y el 60% habían roto.

Muchas de las familias rotas tenían problemas económicos y los hijos tenían poco contacto con su padre biológico.

El estudio mostraba que los niños con madres solteras tenían más problemas de comportamiento que aquellos con dos padres y que estos problemas empeoraban con cada ruptura y nueva relación.

¿Responderán los gobiernos al llamamiento de la OCDE a aumentar su apoyo a las familias? El coste de no hacerlo es demasiado alto.