CIUDAD DEL VATICANO, viernes 6 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La fe cristiana no se basa en creer algo, sino en Alguien, recordó Benedicto XVI el pasado jueves, en el discurso que pronunció después del concierto celebrado para festejar su sexto aniversario del inicio de su pontificado.
La exhibición musical fue ofrecida en honor al Papa, por el presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, y fue realizado por la orquesta y el coro del Teatro de la Ópera de Roma, y dirigido por el maestro Jesús López Cobos y por el maestro Roberto Gabbiani.
Las piezas interpretadas fueron el Credo RV 591 de Antonio Vivaldi y el “Stabat Mater” de Joaquín Rossini.
“’Creo’, ‘Amén’: son las dos palabras con las que se inicia y se concluye el “Credo”, la “Profesión de fe” de la Iglesia”, observó el Pontífice.
“¿Qué quiere decir creo?”, preguntó, indicando que la palabra tiene “varios significados: indica acoger algo entre las propias convicciones, dar confianza a alguien, estar seguros”.
“Cuando, sin embargo, la decimos en el “Credo”, asume un significado más profundo”, constató. “Es afirmar con confianza el sentido verdadero de la realidad que nos sostiene, que sostiene al mundo; significa acoger este sentido como el sólido terreno en el que podemos estar sin temores; es saber que el fundamento de todo, de nosotros mismos, no puede estar hecho de nosotros, sino que sólo puede ser recibido.
“ La fe cristiana no dice ‘Yo creo algo’, sino que ‘Creo en Alguien’, en el Dios que se ha revelado en Jesús, en Él percibo el verdadero sentido del mundo; y este creer implica toda la persona, que está en camino hacia Él”, destacó.
“ La palabra “Amén”, que en hebreo tiene la misma raíz que la palabra ‘fe’, retoma este mismo concepto: el apoyarse con confianza en la base sólida, Dios”.
Vivaldi y Rossini
El Papa expresó su “gran agradecimiento” por el concierto, sea al presidente Napolitano por su “ exquisita y acostumbrada cortesía”, sea al resto de personalidades presentes, así como al “director, a los solistas, a la orquesta y al coro del Teatro de la Ópera de Roma por la espléndida ejecución de dos obras maestras de Antonio Vivaldi y de Joaquín Rossini, dos grandes músicos de los que Italia, que celebra el 150 aniversario de su unificación política, debe estar orgullosa”.
Sobre la pieza de Vivaldi, el Pontífice quiso “destacar tres cosas”, comenzando por un “hecho anómalo en la producción vocal vivaldiana: la ausencia de solistas, hay sólo un coro”.
“En este modo”, explicó, “Vivaldi quiere expresar el ‘nosotros’ de la fe. El ‘Creo’ es el ‘nosotros’ de la Iglesia que canta, en el espacio y en el tiempo, como comunidad de creyentes, su fe; ‘mi’ afirmación ‘creo’ está dentro del ‘nosotros’ de la comunidad”.
Después destacó “los dos espléndidos cuadros centrales: Et incarnatus est y Crucifixus. Vivaldi se detiene, como era costumbre, en el momento en que el Dios que parece lejano se hace cercano, se encarna y se dona a nosotros en la cruz. Aquí se repiten las palabras, las modulaciones continúan expresando el sentido profundo del estupor frente a este Misterio y nos invitan a la meditación, a la oración”.
“Una última observación -prosiguió-. Carlo Goldoni, gran exponente del teatro veneciano, en su primer encuentro con Vivaldi, destacaba : ‘Lo encontré rodeado de música y con el Breviario en mano’. Vivaldi era sacerdote y su música nace de su fe”.
En cuanto al “Stabat Mater” de Joaquín Rossini, el Papa lo ha definido como “una gran meditación sobre el misterio de Jesús y sobre el dolor de María”.
“La religiosidad de Rossini expresa una gama rica de sentimientos frente a los misterios de Cristo, con una fuerte tensión emotiva”.
La obra rossiniana, añadió, está caracterizada por “una intensidad emotiva que se convierte en una oración sincera”, “una fe simple y genuina”.
“Queridos amigos, que las piezas de esta noche nutran nuestra fe”, deseó el Papa al final de su discurso, renovando a todos, su gratitud por el evento y pidiendo que se acuerden “de rezar por mi ministerio en la Viña del Señor”.