Italia: profundo dolor del cardenal Bagnasco por el sacerdote pedófilo

Riccardo Seppia, arrestado por pedofilia y ofrecer estupefacientes

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ROMA, viernes 20 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- “Profundo dolor”: estos son los sentimientos expresados el pasado jueves por el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en la homilía realizada en el santuario de Nuestra Señora de la Guardia, en Génova, en ocasión de la Jornada de Santificación Sacerdotal, refiriéndose al párroco de Sestri Ponente.

Se trata de Riccardo Seppia, arrestado el pasado 13 de mayo por pedofilia y ofrecer drogas. Según las informaciones de las oficinas de prensa, algunas de sus presuntas víctimas han confesado, ante los magistrados milaneses, haber mantenido relaciones sexuales completas con el sacerdote. Estas declaraciones están siendo verificadas por la fiscalía de Génova.

Apenas se hizo pública la noticia, la curia arzobispal realizó un comunicado en el que expresaba la “plena confianza” del cardenal Bagnasco en las investigaciones de los magistrados, además de su “cercanía fraternal a las eventuales víctimas y sus familiares” y “una renovada solidaridad a la comunidad cristiana que está siendo tan dolorosamente probada”.

Además se destacaba que, “en conformidad con la disciplina canónica y en particular con las directrices de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se dispone, con respecto al sacerdote, la suspensión de todo ministerio pastoral y de todo acto sacramental, además de la revocación inmediata de la facultad de escuchar las confesiones sacramentales”.

En su homilía, el purpurado habló del “dolor por todas las formas del pecado y del mal que, si realmente ha sido cometido por nuestro hermano, desfigura la belleza del alma, escandaliza las almas, y hiere el rostro de la Iglesia”.

“Nuestro dolor -continuó- es tan profundo por lo imprevisto e inesperados, porque nada parecía presagiarlo. Queremos encomendar a la Virgen a todos los que han sufrido el escándalo en cualquier modo, y comunicarles nuestra humilde y sincera cercanía”.

Per crucem ad lucem, dice la fe pascual: y nosotros creemos-Pastores y fieles- que la prueba y los sentimientos de dolor nos conducirán a reflexiones importantes sobre el camino de conversión necesario para todos, y que interpela sin descanso a todos los discípulos de Cristo, todos los verdaderos ministros de Dios”.

“Como hijos dóciles – prosiguió el arzobispo de Génova – pidamos a la Virgen María que podamos tener todos la valentía de la verdad, de escrutarnos en lo profundo para cantar las obras del Señor, porque el amor del Señor es fiel y eterno, como dice el salmo que hemos apenas rezado: Él no nos abandona nunca, está siempre con nosotros si Le hacemos sitio en nuestro corazón”.

“Pero también – destacó – para reconocer las sombras que hemos de excluir, los dobleces que hay que afrontar, se ha de cuidar la sensibilidad espiritual para que no disminuya, la oración cotidiana como dice la Iglesia, la confesión sacramental regular y frecuente -lugar de libertad y de regeneración-, la vida fraternal” para “ayudarnos en la fidelidad a la vocación sin reticencias, y llegar a ser santos”.

“Aquí, a los pies de la Gran Madre de Dios, queremos hacer nuestras las palabras del beato Juan Pablo II que se confío a sí mismo, su sacerdocio, a Ella con las palabras de san Luis María Grignion de Montfort: Totus tuus o Maria!”, concluyó.

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ZENIT Staff

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