CIUDAD DEL VATICANO, lunes 23 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy ante la presidenta del Parlamento de Bulgaria, Tsetska Tsacheva, a quien recibió en audiencia junto con una delegación católico-ortodoxa procedente de este país.
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Señora presidenta del Parlamento,
Honorables miembros del Gobierno y distinguidas Autoridades,
Venerados hermanos de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica.
Deseo dirigir mi saludo deferente a la Delegación oficial de Bulgaria – encabezada por la Señora presidenta del Parlamento – llegada a Roma, como es costumbre, en el contexto de la fiesta litúrgica de los santos Cirilo y Metodio. Este grato encuentro, que se renueva también este año, me ofrece la oportunidad de reafirmar la relevancia espiritual y cultural de estos dos ilustres y beneméritos pioneros de la evangelización de Europa, cuyas figuras son honradas tanto en Oriente como en Occidente. Gracias a su valiente predicación por las calles del Continente, favorecieron una vasta renovación espiritual y pusieron las bases para una auténtica promoción de la libertad y de la unidad de la Europa cristiana. Cirilo y Metodio fueron “evangelios vivos” y signos elocuentes de la bondad del Señor, por esto su testimonio alcanzó más fácilmente a los hombres de su tiempo.
A los pueblos europeos, que se abren en estos años a nuevas perspectivas de cooperación, estos dos grandes santos recuerdan que su unidad será más firme si se basa en las comunes raíces cristianas. De hecho, en la compleja historia de Europa, el Cristianismo representa un elemento central y determinante. La fe cristiana ha plasmado la cultura del viejo Continente y se ha entretejido de forma indisoluble con su historia, hasta el punto de que ésta no sería comprensible si no hiciese referencia a las circunstancias que caracterizaron antes el gran periodo de la evangelización, y después los largos siglos en los que el Cristianismo asumió un papel cada vez más relevante.
Resulta, por tanto, importante que Europa crezca también en la dimensión espiritual, en la estela de su mejor historia. La unidad del Continente, que está progresivamente madurando en las conciencias y se está definiendo también en el aspecto político, representa una perspectiva de gran esperanza. Los Europeos son llamados a empeñarse en crear las condiciones de una cohesión profunda y de una colaboración efectiva entre los pueblos. Para edificar la nueva Europa sobre bases sólidas no basta apelar sólo a los intereses económicos, sino que es necesario partir más bien de valores auténticos , que tienen su fundamento en la ley moral universal, inscrita en el corazón de cada hombre.
Auguro de corazón que la herencia moral y cultural de los santos Cirilo y Metodio alimente siempre en cada uno de vosotros el deseo de valorar el patrimonio espiritual de vuestras tierras y, al mismo tiempo, el de la apertura y de la comunión en el respeto recíproco. Que este encuentro nuestro pueda ser motivo de ulteriores relaciones en la fraternidad y en la solidaridad. Que el Señor bendiga a vuestro querido país y a todos sus ciudadanos.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]